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UN LUGAR PARA APRENDER FILOSOFÍA

MENTIR BORREGUILMENTE

Nietzsche en el texto “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, diferencia entre un mentir consciente y otro inconsciente. La persona que no sabe ella misma que está mintiendo, consigue mentir sin mover un músculo de la cara. Convencido de poseer la razón convierte toda cuestión en asunto personal, y confunde su palabra con la realidad. Nos encontramos ante un mentir borreguil.
Quien sabe perfectamente que nos engaña, a sabiendas, dependerá de su arte de mentir de su astucia e ingenio. Su reacción suele ser mostrar una cara de palo, no dar un paso atrás, intentar convencer con enojo, irritación e impaciencia. Y cómo no, implicar a otras personas con la mentira –en perfecta sintonía y coordinación- o trasladar la culpabilidad hacia otros –sin escrúpulos-.
Para Nietzsche, el embuste pertenece a la misma miseria de la condición humana, la mentira circula como la misma vida, y reconocer si estamos ante una mentira u otra, no es tarea fácil. Asistimos a demasiados actos de cinismo y cobardía moral, nos acostumbramos a mentir y a no tener vergüenza de hacerlo. Es una pena, que muchos niños para evitar el reproche o el castigo, aprendan antes a mentir que a decir la verdad. Incluso, ahora recuerdo un juego de dados que se llama el mentiroso. El primer jugador los lanza y mira su jugada oculta bajo el cubilete. A continuación dice: "tengo una pareja de ases" o "tengo un trío de reyes" o "tengo un póquer de rojos". Lo que dice puede ser verdad o mentira, y el segundo jugador puede creérselo o no. Si se lo cree está obligado a superarlo, sea verdad o mentira. Si no se lo cree, el primer jugador debe alzar el cubilete y descubrir los dados. Si es verdad, pierde el incrédulo; si es mentira, deja de jugar el mentiroso. Es una pena que el mentir forme parte de tantos juegos en nuestra vida, consciente o inconscientemente.

1 comentario

anonimo -

No esta mal...