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UNA INTELIGENCIA OPERATIVA (Eudald Carbonell) (1-10-04)

El Homo Sapiens actual es el homínido más evolucionado de todos los que han compuesto nuestro género, la única especie de éste que habita hoy en el planeta, pero no sucedió siempre así. Los procesos de hominización y humanización han ido seleccionando las especies y los humanos anatómicamente modernos ocupamos la totalidad de los continentes desde hace unos 30.000 años. Ninguna otra especie de homínido había vivido en todos los continentes ni sobrevivido a los procesos de la selección natural.
Es hora de interrogarnos acerca de la razón; la respuesta se halla en nuestra capacidad para sintetizar todas las adquisiciones, adquisiciones que las demás especies de nuestro género en muchos casos desarrollaron pero que no llegaron a socializar, no llegaron a redimensionar su comportamiento a partir de la incorporación social de tales adquisiciones. La evolución de las especies, la nuestra no es ninguna excepción, se debe a la selección natural, sin embargo nosotros, la humanidad moderna, hemos encontrado la forma de matizar esta influencia, puede que haya sido éste el factor que nos ha permitido llegar hasta donde hemos llegado; estamos situados en la cumbre de la cadena trófica y hemos desarrollado la conciencia de especie. Pero no nos limitaremos solamente a explicar el origen y el crecimiento del Homo sapiens vamos a comentar los grandes hitos que han configurado la historia de la humanidad.
La humanidad de nuestros días es una síntesis biocultural y, por lo tanto, para explicar qué somos debemos tener en cuenta estos dos grandes sistemas estructurales de la naturaleza biológica. La bipedestación, el aumento del tamaño cerebral, la producción sistemática de herramientas, el descubrimiento del fuego, el lenguaje, la acción de enterrar a los muertos y el arte son las adquisiciones fundamentales de la hominización. Algunos hallazgos recientes certifican la gran variabilidad de homínidos que hubo en ecosistemas africanos hace de 5 a 2 millones de años.
Además de los australopitecinos, los parantropos y los Homo, ya conocidos, la lista ha aumentado significativamente con nuevas especies y géneros descubiertos en los últimos cinco años: el Orrorin tugenensis, con unos 6 millones de años de antigüedad; el Australopithecus anamensis, con 4 millones de años descubierto en Kanapoi, el kenyanthropusplatyops, con 3 millones de años, localizado en el lago Turkana. A los tres citados, exhumados en Kenia, debemos añadir el Ardipithecus ramidus, con 5 millones de años, y el Australopithecusgarhi, con 2,5 millones, que fueron hallados en Aramis y en Boudi, yacimientos etíopes. Gracias al estudio de sus esqueletos postcraneales sabemos que todos ellos ya podían bipedestar aunque lo hicieran de un modo imperfecto. Para los homínidos una de las adquisiciones fue el uso de las extremidades posteriores para su locomoción, lo cual les permitió liberar las extremidades anteriores para destinarlas a otros usos. Esta capacidad, extraña entre los mamíferos, ha sido un gran hito biológico.
Por lo que se refiere a nuestro género, las especies más arcaicas el Homo rudolfensis y el Homo ezgaster, con 2,5 y 1,8 millones de años, fueron las que produjeron las herramientas denominadas Modo 1 y Modo II, y sus restos más significativos también se han localizado en África centroriental. Aunque algunos elementos de esqueletos de bóvidos en los que se identificaron marcas de corte han sido asociados al Austalophitecus garhi, en nuestra opinión es demasiado pronto para poder afirmar que este último género fabricara herramientas.
La producción de herramientas representa la adquisición seminal de nuestro género en el ámbito cultural. Los yacimientos localizados en las localidades de Koobi Fora (Kenia), Rio Omo, Hadar y Middle Awash (Etiopía) contienen herramientas de piedra con más de 2 millones de años de antigüedad. La producción de herramientas con otras herramientas es el gran momento de la evolución humana, la primera oportunidad para que los homínidos puedan desarrollar un proceso de resocialización que les permita avanzar su organización social.
Se ha podido contrastar empíricamente que hace medio millón de años se usaba el fuego; Homo erectus y Homo heidelbergensis fueron los primeros homínidos que lo produjeron y usaron y el yacimiento de Schüningen (Alemania) tiene aproximadamente la misma antigüedad. Tras la fabricación de herramientas, el uso y la producción del fuego poseen una importancia clave para entender el desarrollo y el aumento de la complejidad de algunas de las especies de nuestro género. El fuego representa la introducción de un factor desconocido en la vida de las bandas de homínidos; les permite articular sus comunidades de otra ma¬nera. Les permite aumentar las horas de luz artificialmente, co¬cinar los alimentos, calentar sus cuerpos en días gélidos.
Posiblemente el fuego atrae a los homínidos hacia el confort y es el responsable de una serie de cambios que observamos en la humanidad. Nosotros opinamos que la luz y calor del fuego organiza por primera vez la articulación de una verdadera comunidad, una nueva organización a partir de la cual se establecerán nuevas relaciones intergeneracionales y nuevas formas de comunicación. Como consecuencia de ello, aumenta el aprendizaje, la nueva forma de comunicación demanda nuevos conceptos y expresiones. Pensamos pues que el fuego es responsable del desarrollo rápido del lenguaje articulado. Con la producción y uso del fuego, nace la escuela en la humanidad. Nos hallamos ante la segunda gran resocialización del primate humano; ya nada será igual.
En la Sima de los Huesos (Atapuerca) hemos documentado unas posibles prácticas funerarias con más de 300.000 años de antigüedad, únicas en el mundo por su antigüedad. El Homo heildebergensis acumuló intencionadamente los cadáveres de sus congéneres en el fondo de una sima. Parece establecerse un lazo afectivo consistente entre el vivo y el muerto. Parece probable que estas comunidades tuvieran una clara consciencia del tiempo y que su estructura simbólica ya se hubiera desarrollado. Más tarde, los neandertales en Europa y en el Próximo Oriente enterrarán y ornarán a muchos de sus muertos, una diáfana muestra de socialización de los ritos funerarios que prevalece hasta nuestros días con una gran variabilidad de ritos entre el Homo sapiens antiguo y el actual.
De la misma edad que los cadáveres de la Sima son los huesos grabados de Bil¬zingsleben (Alemania) y de hace unos 250.000 años es la Venus de Berekhat Ram (Palestina). Ambos vestigios demuestran que la capacidad plástica del género Homo y las adquisiciones fundamentales de la hominización son anteriores a la especie Homo sapiens, sin embargo el Homo sapiens ha sistematizado y socializado la mayor parte de estas adquisiciones y se ha convertido así en la conciencia de nuestro planeta. La Sala de los Bisontes de Altamira (España), los toros de Lascaux y los animales de Chauvet (Francia), la Venus de Dolni Vestonice (Moravia) todos ellos son una muestra sublime de la socialización del arte. En resumen, los recientes descubrimientos e interpretaciones de la evolución humana implican que la selección natural y la selección técnica se hallan en todos los procesos de desarrollo de nuestro género. El género Homo es el único género en el que todas sus especies disponen de inteligencia operativa. Los descubrimientos que hemos llevado a cabo gracias a nuestra capacidad operativa han permitido aumentar la complejidad de nuestras relaciones sociales; la resocialización del primate humano ha sido la base de nuestro éxito evolutivo. Si conseguimos acortar el tiempo de socialización de nuestros descubrimientos a todos los componentes de nuestra especie, el proceso de humanización avanzará de forma imparable. Para que en el futuro tenga una garantía de éxito, nuestra especie ha de ser capaz de integrar la diversidad intraespecífica y lo puede realizar socializando la técnica y la ciencia, poniéndola al servicio de la conciencia de especie.
VIÑETA ILUSTRATIVA

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