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¿HASTA QUE PUNTO PUEDE INMISCUIRSE LA SOCIEDAD EN LA LIBERTAD DEL INDIVIDUO?

¿HASTA QUE PUNTO PUEDE INMISCUIRSE LA SOCIEDAD EN LA LIBERTAD DEL INDIVIDUO? Desde luego, este es un tema importante, no sólo respecto a las leyes actualmente en vigor en una sociedad determinada, sino también respecto a la constitución de esa sociedad. Nuestra Constitución se interesa por este tema: por ejemplo, por el derecho de la policía a entrar en nuestras casas sin una orden, a arrestarnos sin motivo, a fijar una fianza excesiva, a sentenciarnos sin el debido juicio, etcétera.
Aparte de esos ejemplos específicos del problema, ¿hay una forma más general de establecer hasta qué punto puede inmiscuirse la sociedad en la libertad individual? Una de las respuestas que se han dado tiene que ver sólo con los adultos, y no con los niños. Afirma que la sociedad no tiene justificación para meterse en la vida de un ciudadano, en tanto sea un adulto racional y su conducta le afecte exclusivamente a él. Tampoco está justificado, según esta opinión, que la sociedad se entrometa en las actividades de un grupo de gente que se asocia, mientras lo que hagan sea de su pleno consentimiento. No puede intervenir en un combate de boxeo, donde los boxeadores pueden hacerse daño, pero a sabiendas y de buena gana.
Supongamos que alguien objeta, «pero todo lo que hago puede ser considerado potencialmente peligroso para alguien. Si canto en la ducha, mis vecinos podrían quejarse de que lastimo sus oídos, y si respiro, de que consumo su oxígeno. La sociedad siempre encontraría alguna excusa para inmiscuirse en mi libertad, según la posición que acabas de describir».
La respuesta aquí sería parecida a ésta: «por supuesto, podría decirse que todo lo que haces puede perjudicar a otros. En ese caso, hay que adoptar el siguiente procedimiento: antes de impedirte hacer lo que quieres por ejemplo, cantar en la ducha deberíamos preguntarnos si el daño que te causamos al impedírtelo no es mayor que el que causas tú a tus vecinos al cantar. Debemos sopesar las consecuencias de una y otra formas de actuar, y decidir sólo cuando hayamos visto qué consecuencias producen más daño en todos los implicados.»
“Además, sea lo que sea lo que decidamos, debemos ser consecuentes y actuar de la misma forma con todo el que esté en una situación similar. Si nosotros - la sociedad-- te impedimos cantar en la ducha, debemos impedirles a todos que canten en la ducha. Por tanto, no sólo debemos preguntarnos por las consecuencias de impedir a una persona una acción determinada, sino también qué sucedería si esa prohibición se convirtiera en regla de política social. A la hora de sopesar los perjuicios también debemos tener en cuenta el que ocasionaría hacer cumplir determinada política, hecha para impedir un acto individual que parecería perjudicial para otros individuos.”
¿,Hasta qué punto pueden aplicarse estas teorías a los niños? ¿Qué derechos tienen sobre su propia conducta privada? Estas son preguntas que la sociedad no ha resuelto hasta ahora, y que están siendo discutidas.

COMENTARIO DE TEXTO
Stuart Mill, Sobre la libertad, pág. 32, Orbis, 1984.

“El único objeto que autoriza a los hombres, individual o colectivamente, a turbar la libertad de acción de cualquiera de sus semejantes es la propia defensa: la única razón legítima para usar de la fuerza contra un miembro de una comunidad civilizada es la de impedirle perjudicar a otros: pero el bien de este individuo, sea físico, sea moral, no es razón suficiente. Ningún hombre puede, en buena lid, ser obligado a actuar o a abstenerse de hacerlo porque de esa actuación o abstención haya de derivarse un bien para él, porque ello le ha de hacer más dichoso o porque, en opinión de los demás, hacerlo sea prudente o justo. Estas son buenas razones para discutir con él, para convencerle o para suplicarle, pero no para obligarle o causarle daño si obra de un modo diferente a nuestros deseos. Para que esta coacción fuese justificable, sería necesario que la conducta de este hombre tuviese por objeto el perjuicio de otro. Para aquello que no le atañe más que a él, su independencia es, de hecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su espíritu, el individuo es soberano.»
CUESTIONES
1. Resume brevemente el texto.
2. Según lo que se dice en él, ¿puede una sociedad imponer normas? Explica tu respuesta.
3. Si alguien con más experiencia que tú cree que es mejor para ti hacer algo, ¿tiene derecho a imponértelo?
4. Si has respondido afirmativamente a la pregunta anterior, ¿cómo compaginas eso con tu libertad?
5. Si has respondido negativamente a la pregunta 3, ¿de qué sirve la experiencia y el conocimiento, si no puede evitar que te perjudiques a ti mismo?
6. Es legítimo que un gobierno obligue a sus ciudadanos a mejorar sus condiciones de vida? Justifica tu respuesta

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