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UN LUGAR PARA APRENDER FILOSOFÍA

TEXTOS PARA PENSAR

La influencia de los demás en nosotros

 

Hubo un indio guerrero que encontró un huevo de águila en la cima de una montaña y puso éste huevo de águila junto con los huevos que iban a ser empollados por una gallina. Cuando el tiempo llegó, los pollitos salieron del cascarón, y la pequeña águila también. Después de un tiempo, ella aprendió a cacarear como las gallinas, a escarbar la tierra, a buscar lombrices, limitándose a subir a las ramas más bajas de los árboles, exactamente como todas las otras gallinas. Y su vida transcurría en la conciencia de que era una gallina. Un día, ya vieja, el águila terminó mirando el cielo y tuvo una visión magnífica. Allá, en el azul claro, un pájaro majestuoso volaba en el cielo abierto, como si no necesitase hacer el más mínimo esfuerzo. El águila vieja quedó impresionada. Se volvió hacia la gallina más próxima y dijo: "¿Qué pájaro es aquél?"
La gallina miró hacia arriba y respondió: "¡Ah! Es el águila dorada, reina de los cielos. Pero no pienses en ella. Tu y yo somos de aquí abajo". Y el águila no miró nunca más hacia arriba y murió en la conciencia de que era una gallina. De esa manera, como todo el mundo la trataba, de esa manera creció, vivió, murió.

Texto de Anthony de Mello en Rompe el ídolo

El sufrimiento puede llevarte a la felicidad

 

Hay una historia de un hombre que, un día, fue hasta su rabino y le dijo: "Rabino, tiene que ayudarme! ¡Mi casa es un infierno! Vivimos en una habitación, mi mujer, mis hijos, mis cuñados y yo. ¡Es un infierno! No hay espacio para todos."
El rabino sonrió y dijo: "Está bien, yo lo ayudo, pero tiene que prometerme hacer lo que yo diga."
Y el hombre: "¡Prometo! ¡Prometo de verdad! ¡Es una promesa solemne!"
Dijo el rabino: "¿Cuántos animales tiene?
El hombre: "Una vaca, una cabra y seis gallinas."
El rabino dijo: "Ponga los animales dentro del cuarto, y vuelva dentro de una semana."
El hombre no podía creer lo que oía, pero ya había prometido. Entonces volvió a su casa deprimido y llevó los animales de la habitación. A la semana siguiente volvió desconsolado y dijo al rabino: "¡Estoy enloquecido! Voy a acabar con un infarto. Usted debe hacer algo..."
Y el rabino: "Vuelva a casa y saque los animales. Dentro de una semana, venga a verme". El hombre fue corriendo hasta su casa.
Y cuando volvió, a la semana siguiente, sus ojos brillaban, y dijo: "Rabino, la casa es una maravilla, ¡tan limpia! ¡Es un paraíso!"
¿Entendió? Yo no tenía zapatos y siempre estaba protestando por falta de zapatos, ¡hasta que conocí a una persona que no tenía pies!

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