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UN LUGAR PARA APRENDER FILOSOFÍA

UNA HISTORIA TRISTE

Pues bien, dejadme que os cuente la historia de Aser. Un niño de pocas carnes y mucho corazón que tenía la desgracia de vivir con un hombre vago y egoísta llamado Abu Shador. Los padres de Aser habían muerto y el niño pasó al cuidado de Abu cuando apenas tenía tres años. La historia comenzó mucho antes, pero nosotros la comenzaremos. el día en el que Aser dijo a Abu. - Ya llevo dos días sin comer y tengo mucha hambre. A lo que su Abu le ordenó: - ¡Vete al mercado y descarga unas cuantas cajas!. Con lo que te paguen haces dos partes, una para mí y otra para tu bocadillo.

Aser obedeció y así lo hizo entregan­do a su tutor la mitad de las monedas recibidas.

Enseguida llegó el invierno y Aser no tenía ropa para el frío. Se dirigió a Abu y le dijo: - Están llegando los fríos y no tengo ropa para protegerme. A lo que Abu le ordenó: -¡Vete a la estación y transporta los baúles de los pasajeros!. Con las propinas que te den haces dos partes, una para mí y otra para tu ropa.

Aser, después de transportar muchos baúles pudo comprarse su primera ropa de abrigo.

Pasado un tiempo, dijo Aser:

- Necesito unos zapatos. Los que tengo ya están completamente gasta­dos. A lo que Abu le ordenó: - ¡Vete al Gran Hotel y limpia los botines de los clientes hasta dejarlos resplande­cientes como el sol del mediodía! Y añadió: -Ah, y si lo haces bien, esa gente sabrá recompensarte, quizás con algún billete. Con todo lo que te den haces dos partes, una para mí y otra para tus zapatos. El pobre Aser no tenía cepillos ni cre­mas para dejar relucientes los zapa­tos. Así pues, decidió hacer recados por la ciudad para poder comprarlos. Con los recados pagaba las cremas y cepillos que limpiaban los botines de los clientes del Gran Hotel.

Con lo que pagaban los clientes del Gran Hotel pagaba sus zapatos. Con sus zapatos transportaba los baúles de los pasajeros. Con las propinas, compraba la ropa de abrigo que utilizaba para descar­gar cajas en el mercado. Y con la mitad de las monedas del mercado, compraba un bocadillo que compartía con su tutor y que le sabía al mejor de los manjares. Después del bocadillo, entregaba a Abu Shador la mitad de las monedas recibidas. Así pasó el invierno y la primavera. Al principio del verano, llegó al Gran Hotel una doctora que advirtió, mien­tras Aser lustraba sus zapatos, unos moretones en la espalda del niño. -¿Qué te ha pasado? Aser no contestó al principio. Pero, después de un tiem­po, declaró que se lo había hecho su tutor. -¿Por qué? - preguntó de nuevo la doctora. Aser, se echó a llorar y entre gemidos le explicó que su tutor quería más-dinero, más de la mitad.

La doctora puso en conocimiento de las autoridades la situación y Abu Shador fue encarcelado. Hasta la cár­cel llegaba todas las noches Aser para compartir el bocadillo con Abu, al que consideraba su padre, y darle un beso de buenas noches. Aquel beso que Aser nunca había recibido.

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