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REFLEXIÓN: LA MUERTE DE LA RANA

Dicen que si se quiere cocer una rana lo mejor es meterla en agua fría, y cocerla a fuego lento. El animal se acos­tumbra a la temperatura del agua que va subiendo muy lentamente. Al principio le resulta agradable y poco a poco, su capacidad de reacción se adormece hasta que es demasiado tarde, y ya no tie­ne fuerza para reaccionar. Si, por el contrario, se le sumerge direc­tamente en agua hirviendo, salta rápidamente fuera del puchero. La imagen se usa mucho en la gestión del cambio de las insti­tuciones, que se instalan en una cultura organizativa que les resul­ta cómoda y van muriéndose de autocomplacencia. En las escue­las, la aplicamos a la necesidad de innovación pedagógica que hoy requiere cambios drásticos y rápidos si queremos responder a los nuevos desafíos.

(Extraído del artículo de Carmen Pellicer Iborra: "La rana que se convirtió en princesa" Revista Educadores Julio-Septiembre 2010 Pág. 60)

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