NIETZSCHE DESDE LA PELÍCULA \
Nietzsche en el texto “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, diferencia entre un mentir consciente y otro inconsciente. La persona que no sabe ella misma que está mintiendo, consigue mentir sin mover un músculo de la cara. Convencido de poseer la razón convierte toda cuestión en asunto personal, y confunde su palabra con la realidad. Nos encontramos ante un mentir borreguil.
Quien sabe perfectamente que nos engaña, a sabiendas, dependerá de su arte de mentir de su astucia e ingenio. Su reacción suele ser mostrar una cara de palo, no dar un paso atrás, intentar convencer con enojo, irritación e impaciencia. Y cómo no, implicar a otras personas con la mentira –en perfecta sintonía y coordinación- o trasladar la culpabilidad hacia otros –sin escrúpulos-.
Para Nietzsche, el embuste pertenece a la misma miseria de la condición humana, la mentira circula como la misma vida, y reconocer si estamos ante una mentira u otra, no es tarea fácil. Asistimos a demasiados actos de cinismo y cobardía moral, nos acostumbramos a mentir y a no tener vergüenza de hacerlo. Es una pena, que muchos niños para evitar el reproche o el castigo, aprendan antes a mentir que a decir la verdad. Incluso, ahora recuerdo un juego de dados que se llama el mentiroso. El primer jugador los lanza y mira su jugada oculta bajo el cubilete. A continuación dice: "tengo una pareja de ases" o "tengo un trío de reyes" o "tengo un póquer de rojos". Lo que dice puede ser verdad o mentira, y el segundo jugador puede creérselo o no. Si se lo cree está obligado a superarlo, sea verdad o mentira. Si no se lo cree, el primer jugador debe alzar el cubilete y descubrir los dados. Si es verdad, pierde el incrédulo; si es mentira, deja de jugar el mentiroso. Es una pena que el mentir forme parte de tantos juegos en nuestra vida, consciente o inconscientemente.
La película “Atrapado en el tiempo” protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell, nos permite adentrarnos en un tema central de Nietzsche: “engaño y autoengaño”.
El argumento es el siguiente: un equipo de televisión, compuesto por el cámara, la productora Rita (MacDowell) y el locutor Phil (Murray), desembarca en un pueblecito norteamericano para grabar la fiesta del Día de la Marmota, una peculiar fiesta local en la que una marmota pronostica el fin o continuidad del invierno. Es el cuarto consecutivo que Phil, personaje soberbio, grosero, misántropo (“la gente es imbécil”, espeta al principio de la película), endiosado, que se tiene a sí mismo por una estrella de la televisión, cubre el reportaje. Sin embargo, esta vez es diferente, por cuanto, obligados a regresar al pueblo por una tormenta de nieve que Phil, hombre del tiempo de su emisora, no había previsto (“no escucha usted el tiempo”, le pregunta el policía que le ordena dar la vuelta ante la tormenta; “yo soy el que hace el tiempo”, responde él), Phil, solo él, quedará enganchado en el tiempo. Cada amanecer es el amanecer del Día de la Marmota y Phil se ve obligado a vivirlo una y otra vez. Es así como Phil ha de repetir un mismo día, ha de ver cómo se repiten los acontecimientos una y otra vez.
Phil está atrapado en el tiempo, no puede salir del Día de la Marmota, pero sí que puede afrontar el día, y sus diversos acontecimientos, desde diferentes perspectivas, mostrándonos que un mismo individuo puede ser afectado de manera diferente por un mismo objeto en dos momentos diferentes.
La película nos presenta, la repetición de una serie de acontecimientos. Pero el día no será igual, pues el protagonista lo abordará de diferentes modos. Podría decirse que Phil abordará el día de tres maneras diferentes, que van desde lo que en Nietzsche se puede denominar una moral del amo hasta finalizar en una moral de esclavo.
La primera reacción de Phil al apercibirse de que está atrapado en el tiempo, tras los momentos de perplejidad y desorientación, se explicita en la pregunta que presenta a dos compañeros de borrachera, a la que él mismo responde: “¿Y si no hubiera mañana? Podríamos hacer lo que quisiéramos”. El “si Dios ha muerto, todo está permitido”, pierde su dimensión trascendente para hacer referencia a las reglas y normas humanas: si la justicia ha desaparecido, todo está permitido. Si el mañana es abolido, no hay consecuencia de los propios actos. Es así como Phil decide vivir respecto a sus propias reglas, come y bebe cuando y como quiere, “saltándose todas las precauciones”; conduce temerariamente por las calles de la ciudad y sobre las vías del tren; golpea a un ex-compañero de colegio que le quiere vender todos los días una póliza de seguros; utiliza una argucia para acostarse con una chica del pueblo (le pregunta en un bar varias cuestiones en torno a su vida en el colegio y al día siguiente él se hace pasar por compañero suyo), a la que llega a prometer matrimonio, consciente que al día siguiente, no le reconocerá. Phil no teme al mañana. Y decidirá ligarse a Rita, para lo que traza un táctica que consiste en moldearse como el hombre que ella desea. En un primer diálogo, le pregunta cómo sería su hombre ideal. Ante cada uno de los diferentes calificativos expresados por Rita (humilde, listo, comprensivo, divertido, romántico, valiente, bueno, sencillo...), Phil responde siempre “yo,yo,yo”; pero el tipo expresado por Rita resulta excesivo para Phil. Poco a poco, y salvando meteduras de pata, Phil va moldeando los acontecimientos, plegándose tal como sabe que ella quiere, para conseguir su objetivo, acostarse con ella. Aprende sus gustos, sus inquietudes e ilusiones, pero ella no es mujer que se deje seducir en un solo día. Y una misma situación, que en un momento determinado había resultado mágica en otro momento falla. La subjetividad de Rita también entra en juego, y nos ofrece una metáfora de los problemas de la intersubjetividad. Y así termina la noche con una bofetada por parte de Rita. La construcción de subjetividad por parte de Phil –tierna, religiosa, amante de los niños- resulta poco consistente y creíble y su verdadero ser, egoísta, cínico, ávido sexualmente, queda descubierto fácilmente. Phil ha conseguido, técnicamente, plegar los acontecimientos en función de su proyecto pero no se ha mutado en el ser que aparenta ser – MENTIR CONSCIENTE-, el sujeto que finge ser lo que no es.
Phil se siente mal consigo mismo, y entra en una segunda fase, depresiva. Intentos de suicidio, siempre ineficaces, dejadez, desesperación. La repetición le conduce incluso a la sabiduría, cuando es capaz de contestar a las preguntas de un concurso, incluso antes de que se formulen. Ello le lleva incluso a la siguiente reflexión teológica: “Quizá Dios no sea sino alguien que lleva mucho tiempo aquí y ya sabe lo que va a suceder”. Pero lo que predomina es la desesperanza y el pesimismo, tal como deja patente su pronóstico del invierno que realiza en la Fiesta de la Marmota mirando fijamente a la cámara: “va a ser frío, va a seguir y va a durarles el resto de su vida”. Resumen perfecto de su estado de ánimo y de la exacerbación de su misantropía.
Phil ante el cúmulo de acontecimientos vividos se ve obligado a cambiar de forma de vida. Finalmente se ha enamorado de Rita y es ese amor el que le hará cambiar su disposición ante la vida, pasando del señor al esclavo nietzscheano. Phil, aun intenta desde la sinceridad con Rita una solución técnica: le propone que le acompañe esa noche para intentar así romper el hechizo. Ella, aunque desconfiada acepta, pero no da resultado, ambos se duermen y el día de la marmota vuelve a comenzar. Es en ese momento cuando Phil realiza su mutación radical, se vuelve amable y servicial, ayuda a todo el mundo, intenta salvar la vida al pobre al que había negado la limosna durante toda la película, realiza un discurso enternecedor en la fiesta de la marmota e incluso se introduce en el mundo de la cultura, aprendiendo a tocar el piano. En resumidas cuentas, todo el mundo le quiere por su bondad, porque Phil hace exactamente todo lo que de él se espera. Ello lleva a Rita a enamorarse de él, pues descubre a Phil a su tipo ideal de un modo sincero. Rita y Phil despertarán juntos al día siguiente pues el hechizo se ha roto. Y es que, vivir según las normas de la moral resulta agotador.
Hemos presenciado cómo somos moldeados por el otro, por la normalidad social, por el ser colectivo. Phil nos sirve de ejemplo para contemplar cómo la rebeldía es domesticada, una normalidad que se presenta no bajo la porra del poli, sino bajo el rostro angelical de Andie MacDowell. ¿No nos domestica nuestra sociedad a través de la publicidad, el consumismo .. el rebaño? ¿Cuántas veces gana Platón la partida?.
Quien sabe perfectamente que nos engaña, a sabiendas, dependerá de su arte de mentir de su astucia e ingenio. Su reacción suele ser mostrar una cara de palo, no dar un paso atrás, intentar convencer con enojo, irritación e impaciencia. Y cómo no, implicar a otras personas con la mentira –en perfecta sintonía y coordinación- o trasladar la culpabilidad hacia otros –sin escrúpulos-.
Para Nietzsche, el embuste pertenece a la misma miseria de la condición humana, la mentira circula como la misma vida, y reconocer si estamos ante una mentira u otra, no es tarea fácil. Asistimos a demasiados actos de cinismo y cobardía moral, nos acostumbramos a mentir y a no tener vergüenza de hacerlo. Es una pena, que muchos niños para evitar el reproche o el castigo, aprendan antes a mentir que a decir la verdad. Incluso, ahora recuerdo un juego de dados que se llama el mentiroso. El primer jugador los lanza y mira su jugada oculta bajo el cubilete. A continuación dice: "tengo una pareja de ases" o "tengo un trío de reyes" o "tengo un póquer de rojos". Lo que dice puede ser verdad o mentira, y el segundo jugador puede creérselo o no. Si se lo cree está obligado a superarlo, sea verdad o mentira. Si no se lo cree, el primer jugador debe alzar el cubilete y descubrir los dados. Si es verdad, pierde el incrédulo; si es mentira, deja de jugar el mentiroso. Es una pena que el mentir forme parte de tantos juegos en nuestra vida, consciente o inconscientemente.
La película “Atrapado en el tiempo” protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell, nos permite adentrarnos en un tema central de Nietzsche: “engaño y autoengaño”.
El argumento es el siguiente: un equipo de televisión, compuesto por el cámara, la productora Rita (MacDowell) y el locutor Phil (Murray), desembarca en un pueblecito norteamericano para grabar la fiesta del Día de la Marmota, una peculiar fiesta local en la que una marmota pronostica el fin o continuidad del invierno. Es el cuarto consecutivo que Phil, personaje soberbio, grosero, misántropo (“la gente es imbécil”, espeta al principio de la película), endiosado, que se tiene a sí mismo por una estrella de la televisión, cubre el reportaje. Sin embargo, esta vez es diferente, por cuanto, obligados a regresar al pueblo por una tormenta de nieve que Phil, hombre del tiempo de su emisora, no había previsto (“no escucha usted el tiempo”, le pregunta el policía que le ordena dar la vuelta ante la tormenta; “yo soy el que hace el tiempo”, responde él), Phil, solo él, quedará enganchado en el tiempo. Cada amanecer es el amanecer del Día de la Marmota y Phil se ve obligado a vivirlo una y otra vez. Es así como Phil ha de repetir un mismo día, ha de ver cómo se repiten los acontecimientos una y otra vez.
Phil está atrapado en el tiempo, no puede salir del Día de la Marmota, pero sí que puede afrontar el día, y sus diversos acontecimientos, desde diferentes perspectivas, mostrándonos que un mismo individuo puede ser afectado de manera diferente por un mismo objeto en dos momentos diferentes.
La película nos presenta, la repetición de una serie de acontecimientos. Pero el día no será igual, pues el protagonista lo abordará de diferentes modos. Podría decirse que Phil abordará el día de tres maneras diferentes, que van desde lo que en Nietzsche se puede denominar una moral del amo hasta finalizar en una moral de esclavo.
La primera reacción de Phil al apercibirse de que está atrapado en el tiempo, tras los momentos de perplejidad y desorientación, se explicita en la pregunta que presenta a dos compañeros de borrachera, a la que él mismo responde: “¿Y si no hubiera mañana? Podríamos hacer lo que quisiéramos”. El “si Dios ha muerto, todo está permitido”, pierde su dimensión trascendente para hacer referencia a las reglas y normas humanas: si la justicia ha desaparecido, todo está permitido. Si el mañana es abolido, no hay consecuencia de los propios actos. Es así como Phil decide vivir respecto a sus propias reglas, come y bebe cuando y como quiere, “saltándose todas las precauciones”; conduce temerariamente por las calles de la ciudad y sobre las vías del tren; golpea a un ex-compañero de colegio que le quiere vender todos los días una póliza de seguros; utiliza una argucia para acostarse con una chica del pueblo (le pregunta en un bar varias cuestiones en torno a su vida en el colegio y al día siguiente él se hace pasar por compañero suyo), a la que llega a prometer matrimonio, consciente que al día siguiente, no le reconocerá. Phil no teme al mañana. Y decidirá ligarse a Rita, para lo que traza un táctica que consiste en moldearse como el hombre que ella desea. En un primer diálogo, le pregunta cómo sería su hombre ideal. Ante cada uno de los diferentes calificativos expresados por Rita (humilde, listo, comprensivo, divertido, romántico, valiente, bueno, sencillo...), Phil responde siempre “yo,yo,yo”; pero el tipo expresado por Rita resulta excesivo para Phil. Poco a poco, y salvando meteduras de pata, Phil va moldeando los acontecimientos, plegándose tal como sabe que ella quiere, para conseguir su objetivo, acostarse con ella. Aprende sus gustos, sus inquietudes e ilusiones, pero ella no es mujer que se deje seducir en un solo día. Y una misma situación, que en un momento determinado había resultado mágica en otro momento falla. La subjetividad de Rita también entra en juego, y nos ofrece una metáfora de los problemas de la intersubjetividad. Y así termina la noche con una bofetada por parte de Rita. La construcción de subjetividad por parte de Phil –tierna, religiosa, amante de los niños- resulta poco consistente y creíble y su verdadero ser, egoísta, cínico, ávido sexualmente, queda descubierto fácilmente. Phil ha conseguido, técnicamente, plegar los acontecimientos en función de su proyecto pero no se ha mutado en el ser que aparenta ser – MENTIR CONSCIENTE-, el sujeto que finge ser lo que no es.
Phil se siente mal consigo mismo, y entra en una segunda fase, depresiva. Intentos de suicidio, siempre ineficaces, dejadez, desesperación. La repetición le conduce incluso a la sabiduría, cuando es capaz de contestar a las preguntas de un concurso, incluso antes de que se formulen. Ello le lleva incluso a la siguiente reflexión teológica: “Quizá Dios no sea sino alguien que lleva mucho tiempo aquí y ya sabe lo que va a suceder”. Pero lo que predomina es la desesperanza y el pesimismo, tal como deja patente su pronóstico del invierno que realiza en la Fiesta de la Marmota mirando fijamente a la cámara: “va a ser frío, va a seguir y va a durarles el resto de su vida”. Resumen perfecto de su estado de ánimo y de la exacerbación de su misantropía.
Phil ante el cúmulo de acontecimientos vividos se ve obligado a cambiar de forma de vida. Finalmente se ha enamorado de Rita y es ese amor el que le hará cambiar su disposición ante la vida, pasando del señor al esclavo nietzscheano. Phil, aun intenta desde la sinceridad con Rita una solución técnica: le propone que le acompañe esa noche para intentar así romper el hechizo. Ella, aunque desconfiada acepta, pero no da resultado, ambos se duermen y el día de la marmota vuelve a comenzar. Es en ese momento cuando Phil realiza su mutación radical, se vuelve amable y servicial, ayuda a todo el mundo, intenta salvar la vida al pobre al que había negado la limosna durante toda la película, realiza un discurso enternecedor en la fiesta de la marmota e incluso se introduce en el mundo de la cultura, aprendiendo a tocar el piano. En resumidas cuentas, todo el mundo le quiere por su bondad, porque Phil hace exactamente todo lo que de él se espera. Ello lleva a Rita a enamorarse de él, pues descubre a Phil a su tipo ideal de un modo sincero. Rita y Phil despertarán juntos al día siguiente pues el hechizo se ha roto. Y es que, vivir según las normas de la moral resulta agotador.
Hemos presenciado cómo somos moldeados por el otro, por la normalidad social, por el ser colectivo. Phil nos sirve de ejemplo para contemplar cómo la rebeldía es domesticada, una normalidad que se presenta no bajo la porra del poli, sino bajo el rostro angelical de Andie MacDowell. ¿No nos domestica nuestra sociedad a través de la publicidad, el consumismo .. el rebaño? ¿Cuántas veces gana Platón la partida?.
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