COMENTARIO DE TEXTO RESUELTO
PLATÓN
TEXTO:Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla a toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mi me parece: en el mundo inteligible lo ultimo que se percibe, y con trabajo, es la idea de bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la productora y soberana de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.Platón. La República (libro VII)
CUESTIONES
1. Resumen breve del texto
2. Análisis del contenido filosófico del texto
3. Contextualización
RESPUESTA1) Resumen del texto Al enfrentarte a un texto de selectividad en principio debes actuar como si se tratara de cualquier otro texto que te pidan para comentar en la clase. La idea es que debes conocer qué dice el texto, de qué habla, que cuenta. Para ello debes: 1) leerlo entero de una vez antes de subrayar nada; 2) en la segunda lectura debes subrayar aquello que te parece más importante; y 3) escribe en el primer resumen todo lo que se te ocurra y ya después irás eliminando. No debes subrayar sin haberlo leído entero porque entonces corres el riesgo de que todo te parezca importante y de que subrayes demasiado. Y luego, una vez subrayado cuando lo pases al papel, cuando hagas el resumen, veras que hay cosas que te sobran, algo completamente normal. Hecho esto, estarás en condiciones de enfrentarte a las preguntas. Además con esta breve introducción habrás ido haciendo algo similar a “calentar motores”, pues hasta que no lleves un poco de tiempo con el texto, o con cualquier otra actividad, no logras el mayor rendimiento. A medida que vayas trabajando verás que te vas acordando de más cosas y serás capaz de relacionarlas mejor. Es más, si te vas acordando de cosas que has de desarrollar posteriormente puede ir haciendo una especie de guión o esquema.El texto comentado pertenece a una obra fundamental del autor, La República. En ella Platón desarrolla su pensamiento político desde el nivel teórico, en el que trata de definir la justicia, hasta el aspecto más práctico, referido al modo de llevarla a cabo mediante un modelo de estado apropiado. El filósofo se sirve con frecuencia de un lenguaje rico en imágenes y símbolos para ilustrar su pensamiento. Entre estas alegorías, junto a otras, como la de la línea o el sol, se encuentra la de la caverna. Es en el libro VII, al que pertenece el texto, donde desarrolla un aspecto fundamental, como es la necesidad de que el gobierno de su república ideal se halle gobernado por los filósofos, los más sabios. Puede decirse que texto vislumbre esta idea desde su primer momento, al anunciar la necesidad de que la idea de Bien gobierne y dirija el conocimiento y la conducta humana. Como afirma Platón la idea de bien “es la productora y soberana de verdad y conocimiento, (...) y tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública” El texto posee una estructura cuyos argumentos puedes ordenarse del siguiente modo: 1. Hace una comparación entre el mundo visible, el de la morada-prisión, y el inteligible expresado en el símil (metáfora) de la luz de la hoguera, a la que compara con el poder del sol. Es el sol una metáfora de la luz y del conocimiento. Por tanto, se vislumbra perfectamente las dos regiones, la visible, la que percibimos mediante los sentidos y que tomamos como verdad cuando es sólo una copia y la inteligible, el mundo verdadero. 2. Para alcanzar el mundo inteligible se ha de producir un ascenso que el alma inicia desde el escalón más bajo, el perceptible o visible y que culmina con la contemplación de las ideas. 3. De entre estas ideas, es la idea de bien la más importante, la que ocupa el nivel más alto en la jerarquía de la ideas platónicas. Para Platón es ella la que debe gobernar la belleza, el conocimiento y la verdad, la soberana que ha de alumbrar nuestra vida privada y pública.
2) Análisis del contenido filosófico del textoPara contestar a este punto, debes tener en cuenta dos cosas: una, detectar los temas o problemas tratados en el texto (puedes anotarlos al margen con lápiz) y otra contestar a ellos con lo que sabes del autor. Con la suma de estos dos elementos y enrollándote recordado todo lo que sabes puedes escribir tu respuesta. No te debes asustar sino intentar, te lo repito otra vez, detectar los temas o problemas del texto. Luego, tu puedes caminar en la elaboración de tu respuesta metiendo lo que sabes del autor de cada tema detectado. Esto es clave. Fíjate, que en este texto se detectan tres temas o conceptos de Platón: el tema de la realidad (división de ella), el del conocimiento y el papel de la idea de la bien. Yo voy a escribir sobre ellos por este orden. Tu puedes hacer lo mismo con tus palabras, aunque yo intentaré no irme mucho por las ramas (no es fácil). Recuerda que citar alguna frase entrecomillada del texto para apoyar tu comentario siempre luce. Hay en el texto planteadas cuestiones filosóficas esenciales al pensamiento platónico. Una de ellas se relaciona con el aspecto ontológico, la teoría de la realidad. En este fragmento se ve claramente una división de la realidad entre los órdenes visible e inteligible, tal y como fue formulada por Platón. Cabe recordar que el filósofo estableció la existencia, por un lado, de un mundo inteligible, en el que se hallarían las ideas y también los conceptos matemáticos, y un mundo perceptible o visible formado por las cosas y todo aquello que captamos a través de los sentidos. Ambos ámbitos son completamente diferentes, existiendo entre ellos una relación de imitación o copia, donde el mundo visible, el de los sentidos o las cosas, imita o copia al mundo inteligible. Este dualismo ontológico, división de la realidad en dos, se concluye de su teoría de las ideas. En este dualismo, el mundo de los objetos que captamos con nuestros sentidos es un mundo de sombras, tal como se expresa en el fragmento comentado. Un mundo copiado pero que los prisioneros toman como realidad, sin percatarse que la realidad auténtica se encuentra tras ellos. Sin embargo, los prisioneros toman las sombras por realidad. De este modo, los objetos y las cosas que nos rodean serían para Platón un mundo de apariencias y de sombras y lo importante es alcanzar el mundo de la inteligencia y el pensamiento que nos llevará a las ideas. Podríamos decir, entre paréntesis, que hoy en día resulta curioso cómo a través de los medios de comunicación, sobre todo la televisión, en cierto modo hay gente que toma por realidad lo que podemos considerar una realidad proyectada: lo que Platón llamaría el mundo de las sombras. El segundo gran tema filosófico que se puede extraer del texto comentado, y que deriva de esa división de la realidad, es el problema del conocimiento. Si la realidad se halla escindida, dividida, en dos partes perfectamente diferenciadas, el modo de acceder a cada una de ellas, el modo de conocerlas, ha de ser forzosamente distinto. De una lado, el mundo de las cosas que nos rodean, es accesible a nosotros por medio de los sentidos y, según Platón, genera en nosotros opiniones (“doxa”), pero no ciencia. Es, por tanto un mundo del cabe desconfiar. Frente a él se halla el mundo de inteligeble accesible únicamente mediante nuestra razón, y que nos produce el verdadero conocimiento, la ciencia (“episteme”). De este modo tenemos dos formas de conocimiento que se corresponden con las dos realidades existentes, opinión y ciencia. Ambos conocimientos poseen características distintas; así, mientras que las opiniones son inestables y susceptibles de error, la ciencia es por naturaleza segura y estable, al basarse en razones. Platón se refiere a esta distinción para señalar que muchos sofistas y políticos se mueven exclusivamente en el ámbito de la opinión. Y mientras que el objeto de la ciencia son las ideas, el de la opinión es el mundo físico o sensible. Para Platón el conocimiento auténtico lo constituye el relacionado con el mundo de las ideas, de ahí que encierre cierta dificultad alcanzarlo. Para lograrlo hay que ir ascendiendo desde el conocimiento matemático hasta las ideas en un proceso llamado dialéctico, el más elevado proceso de conocimiento para Platón y que da acceso a las ideas. Es a este proceso a lo que alude “al mundo de arriba” y la “ascensión del alma hasta la región inteligible”. En resumen, Platón distingue entre conocimiento intelectual, ligado a la razón y el mundo de las ideas y conocimiento sensible, relativo al mundo físico o de las cosas. Los sentidos nos proporcionan opinión y la razón verdadero saber o ciencia (“doxa” vs. “episteme”). De este modo se establece una correlación entre el dualismo ontológico (doble realidad), integrado por el mundo de las ideas y el de las cosas, y el dualismo epistemológico (dos modos de conocimiento), la razón (conocimiento intelectual) y los sentidos (conocimiento sensible). Un tercer aspecto que puede verse en el texto se refiere a la importancia que en el ámbito de la ideas tiene la idea de Bien. Recordamos que Platón establecía una jerarquización entre las ideas, es decir, un orden o clasificación atendiendo a su importancia. Según esta clasificación de abajo arriba, en el nivel inferior estarían las ideas relativas al mundo físico (de mesa, por ejemplo), luego los objetos matemáticos, después los valores morales (la dignidad, por ejemplo) y en lo más alto, presidiendo y gobernando nuestras acciones estaría la idea de Bien. Con ello Platón nos da a entender que el bien, lo que es bueno para los seres humanos debe ser el valor que dirige y gobierna nuestro conocimiento y nuestro comportamiento. Esto significa que está por encima incluso de la idea de verdad. Lo que puede entenderse como que lo que nos hace buenos, lo que supone el bien para nosotros es más importante que la misma verdad. Hay aquí una sumisión del conocimiento a la moral, algo frecuente entre los griegos. Además, la idea de bien se identifica con la de belleza en la cúspide de las ideas. Lo que denota un concepto de belleza más ligado al alma que al cuerpo. Platón compara la idea de bien con el sol, en otro apartado de “La República”. Al igual que el sol ilumina nuestro conocimiento, el bien debe guiar y orientar nuestras actitudes y nuestros comportamientos tanto privados como públicos: tanto morales como políticos. Con toda claridad afirma Platón que “por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública”. Con ello nos está señalando el verdadero sentido de lo que habrá de ser el diseño de su estado ideal y que deberá se gobernado por el bien.
3/ Contextualización Qué te pide en esta pregunta? Pues una vez detectados los problemas que aborda el texto y que has explicado en el apartado anterior, trates de hallar sus raíces precedentes. Es decir, de qué modo esos problemas hallan solución en pensamientos anteriores y cómo se encuentra el problema al encontrarse el autor con ellos. De paso puedes hablar un poco del momento histórico en que el autor vive, pero siempre relacionándolo con los contenidos del texto. La idea es siempre la misma, de la mano del texto debes construir una respuesta que es la suma de lo que dice el texto y lo que tu sabes. Pero en este caso es algo similar a lo que los americanos llaman “background”, antecedentes o contexto. De todos modos si no sabes de esto siempre puedes recurrir al momento histórico, a lo que se llama el autor y su obra. De todos modos, esta es una pregunta donde los criterios de corrección son amplios y dependen de los correctores. Pero lo ideal es una combinación de contexto filosófico e histórico. Desarrolla lo que sabes. En el caso de abajo yo me dedicado más al filosófico, pero si no sabes tanto puedes hacerlo incidiendo más en el histórico (la muerte de Sócrates, etc). Los problemas planteados en el texto poseen una larga tradición en pensamiento griego. Puede decirse que dos son las raíces de los problemas que aborda Platón en el texto y, en general, en su pensamiento. De una parte en lo que se refiere al conocimiento son los presocráticos quienes sientan las bases de un problema que va a tener solución en Platón de un modo diferente. Haciendo un breve repaso, a los primeros filósofos les preocupó dar respuesta a la problemática del cambio, de aquello que, frente a los que vemos como cambiante, permanece como inalterado. Pero esta respuesta fue que lo que permanecía sin cambiar, lo esencial era algo material, un “arjé” o principio físico que para unos era un elemento, el agua, el aire, etc., y para otros eran varios. Pero todos compartían la idea de que lo que no cambiaba, lo que no fluía, era algo físico. Sin duda, los presocráticos eran científicos y con esta predisposición abordaban las explicación de los fenómenos naturales. El tema en Platón es diferente, porque estimaba que había, en efecto, algo que no cambiaba en medio de este espectáculo de la naturaleza siempre diversa, pero no podía ser algo físico, pues todo aquello que podemos observar y sentir en la naturaleza cambia y no permanece inalterado. No hay ningún “arjé” material, ninguna material primaria que permanezca en todo cambio, que sea la esencia de todo lo que fluye, sino que todo se disuelve. Todo lo que pertenece al mundo de los sentidos es algo material y se consume con el tiempo. Lo único que no cambia son esos moldes que hacen que las cosas existan, las ideas. Lo que permanece son las ideas, los elementos del mundo inteligible. Es decir, los objetos individuales (esta mesa, por ejemplo), cambian, pero la idea no cambia. Con ello enlaza Platón con un viejo problema desde los orígenes del pensamiento y le da su propia solución, vinculando, además, el aspecto de la realidad y de su conocimiento, problemas ambos abordados en el texto de este comentario. Sin embargo, en rigor habría que señalar que hay dos filósofos presocráticos que son los únicos que se acercan a este modo de solucionar el problema del cambio y que son Pitágoras y Parménides. Ambos son defensores de un planteamiento más cercano al que posteriormente dará Platón al hablar de la desconfianza hacia los sentidos en favor de la razón y de considerar las matemáticas y la razón como los verdaderos fundamentos y y las verdaderas fuentes del conocimiento. La segunda fuente del pensamiento platónico es, sin duda, su maestro Sócrates, quien junto a los sofistas inauguró una forma de pensar muy diferente a los presocráticos. Con la llegada de ambos, en el siglo V a.C., son otros los problemas que se plantean y otro el modo de acercarse a ellos. Como humanistas y hombres de letras se hallaban más interesados por las cuestiones de orden moral, social, político, lingüístico, etc. Precisamente los temas morales y políticos serán decisivos para crear un nuevo estilo de pensamiento. De este modo, surgen las cuestiones referidas a lo que hay de universal o de particular en los valores morales y el conocimiento, con la ya conocida posición de que los sofistas defienden el relativismo y Sócrates la existencia de valores universales o normas generales que nos indican lo que es bueno, justo, etc. Sin la existencia de principios o valores universales no sería posible la conocida posición de Sócrates de vincular el conocimiento y el comportamiento: aquel que sabe lo que es correcto hará lo correcto. Con ello se establece una distinción esencial entre la opinión (“doxa”) defendida por los sofistas y la ciencia (“episteme”) defendida por Sócrates. Para Sócrates, nuestra razón puede y debe establecer una ciencia de los conceptos morales de validez universal. Algo que servirá de base a Platón. En este empeño por un saber “científico” sobre cuestiones morales tiene bastante que ver el modelo de saber utilizado, el saber técnico. Igual que un arquitecto es un técnico en construir casas o un zapatero en hacer zapatos, el filósofo debía serlo en la definición rigurosa de los conceptos morales y en la utilización del pensamiento. Pero, ¿para qué es preciso definir con rigor qué es la justicia? Pues para poder aplicarla, sino no podemos ser justos. Para Sócrates sólo el que saberlo que es la justicia puede ser justo. El que sabe lo que es justo con precisión y rigor hará lo justo; el que sabe lo que es el bien, hará el bien. Y este es el camino que proseguirá Platón. Bien puede decirse que su estilo de pensar y su contenido debe a su maestro Sócrates lo fundamental. Precisamente el tema de la justicia es el núcleo de su obra “La república”, obra fundamental de Platón y donde enlaza las cuestiones teóricas referidas al conocimiento y la teorías de las ideas con la práctica, al diseñar un tipo de estado ideal en base a esa teoría. Y también aquí hay que señalar el modo en que otro evento relacionado con Sócrates influyó en él de modo decisivo: su condena a muerte. Esto dejó en él una huella indeleble, hasta el punto de que el impacto de este acontecimiento puede ser, en gran medida, la clave de buena parte de las cosas que habrán de suceder en la vida y la obra platónicas. Mucho tiempo después un Platón ya anciano, en una de sus cartas, reconocerá que fue este hecho, y lo que precedió al mismo, lo que le hizo desistir de su interés por la política profesional. Platón consideraba a Sócrates “el más justo de los hombres de su tiempo”, por lo que no es de extrañar su decisión de reorientar su vida hacia el pensamiento político más que a la actividad política práctica. El no creía poder encontrar la justicia en la vida pública de la sociedad de su tiempo. La justicia sólo podía llegar cuando los dirigentes políticos fueran filósofos o cuando los filósofos llegaran a gobernar. Sólo en el caso de coincidir en una misma persona el filósofo y el gobernante se podía llegar a conseguir un estado que encarnara la idea de justicia. Este pensamiento ya no abandonaría a Platón a lo largo de su vida .
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