LA NATURALEZA HUMANA SEGÚN PLATÓN (1/10/04)
TEXTO "LIBRO VII" DE LA REPÚBLICA CAP.1
- Ya continuación -seguí- compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea ...."
EXPLICACIÓN DEL CONCEPTO "NUESTRA NATURALEZA"
El hombre pertenece, como ser natural, al mundo de la «physis», que para los griegos era el ámbito del orden y la necesidad. Pero el hombre es un ser imperfecto dentro de ese mundo de lo perfecto, biológicamente deficiente, que necesita del pensamiento y de la libertad para compensar su situación precaria. Podríamos decir, que es la propia naturaleza, incompleta del hombre, la que hace surgir en él el impulso erótico hacia la liberad intelectual. Y de esta manera el hombre irrumpe en el mundo de la cultura, donde su naturaleza original se verá modificada por el «nomos», la «techné» y la «politeia».
Platón nos expone de forma alegórica, en un mito contenido en el PROTAGORAS, su concepción del hombre como ser carencial, que ha tenido que crearse un medio propio para poder satisfacer sus necesidades no sólo básicas, sino también aquellas que trascienden al ámbito de la animalidad.
Nos cuenta este mito que los dioses decidieron formar en las entrañas de la tierra a los hombres mortales mezclando la tierra, el fuego y los otros dos elementos que entran en la composición de los dos primeros. Y antes de dejarlos salir a la luz, mandaron a los dioses Prometeo Y Epimeteo que les revistieran con todas las cualidades necesarias, repartiéndolas convenientemente entre ellos. Pero despistándose Epimeteo, repartió todas las cualidades entre los animales irracionales y dejó al hombre totalmente desprovisto. Cuando Prometeo encontró a la criatura humana desnuda, sin calzado y sin armas, no sabía que hacer para proporcionarle los medios de conservarse; decidiendo, por fin, robar a Hefestos y a Atenea el fuego v las ciencias para ofrecérselos al hombre.
De esta manera participó la humanidad de las cualidades divinas; siendo la única especie que creó una lengua, articuló sonidos y dió nombres a todas las cosas, construyó casas, hizo trajes, calzados, lechos y sacó sus alimentos de la tierra. A pesar de estos auxilios también necesitaron reunirse para su mutua conservación y construyeron ciudades. Pero como no tenían aún idea de la política no supieron vivir en paz y se causaron muchos males unos a otros. Ante esto, Zeus temió que la raza humana se viese exterminada y envió a Hermes con orden de dar a todos los hombres pudor y justicia.
Con esta alegoría expresa Platón su convencimiento de que la naturaleza del hombre no es algo hecho de forma definitiva, algo concluido e inalterable, sino algo que puede variar y por tanto puede ser completado. La educación será la que hará cambiar y perfeccionar la propia esencia del hombre, sacándolo de la animalidad. Esta idea se afirma de forma contundente al final del capítulo primero: al considerar la estancia en la caverna como un estado antinatural, en el cual, el hombre, en la medida en que está encarcelado en lo sensible y corporal, ve reducido su universo al ámbito de lo fenoménico. De manera que es la educación la que hará posible el retorno a la auténtica naturaleza del hombre proporcionándole el conocimiento de la verdad acerca de como debe vivir.
Vemos también que una característica esencial de la naturaleza humana es la sociabilidad. El individuo aislado no es autosuficiente y por ello es natural al hombre vivir en sociedad y comunicarse con sus semejantes. El lenguaje es, por tanto, algo ligado al hombre y a su hacer en el mundo; y es el uso adecuado del lenguaje, entendido como auténtica dialéctica, lo que le posibilitará una existencia plenamente humana.
EL MITO DE PROMETEO
"Hubo una vez un tiempo en que existían los dioses, pero no había razas mortales. Cuando también a éstos les llegó el tiempo destinado de su nacimiento, los forjaron los dioses dentro de la tierra con una mezcla de tierra y fuego (...) Y cuando iban a sacarlos a la luz ordenaron a Prometeo y a Epimeteo que (...) les distribuyeran las capacidades a cada uno de forma conveniente. Epimeteo pidió permiso a Prometeo para hacer él la distribución. "Después de hacer yo el reparto, dijo, tú lo inspeccionas". Así lo convenció, y hace la distribución. En ésta, a unos les concedía la fuerza sin la rapidez y a los más débiles, los dotaba con la velocidad. A unos los armaba y, a los que les daba una naturaleza inerme, les proveía de alguna otra capacidad para su salvación. A aquellos que envolvía en su pequeñez, les proporcionaba una fuga alada o un habitáculo subterráneo. Y a los que aumentó en tamaño, con esto mismo los ponía a salvo. Y así, equilibrando las demás cosas, hacía su reparto. Planeaba con la precaución de que ninguna especie fuera aniquilada. (...) A algunos les concedió que su alimento fuera devorar a otros animales, y les ofreció una exigua descendencia, y, en cambio, a los que eran consumidos por éstos, una descendencia numerosa, proporcionándoles una salvación a la especie. Pero, como no era del todo sabio Epimeteo, no se dio cuenta de que había gastado las capacidades en los animales; entonces todavía le quedaba sin dotar la especie humana, y no sabía qué hacer.
Mientras estaba perplejo, se le acerca Prometeo que venía a inspeccionar el reparto, y que ve a los demás animales que tenían cuidadosamente de todo, mientras el hombre estaba desnudo y descalzo y sin coberturas, inerme. Precisamente era ya el día destinado, en el que debía también el hombre surgir de la tierra hacia la luz. Así que Prometeo, apurado por la carencia de recursos, tratando de encontrar una protección para el hombre roba a Hefesto y a Atenea su sabiduría profesional, junto al fuego -ya que era imposible que sin el fuego aquélla pudiera adquirirse o ser de utilidad a alguien- y así, luego la ofrece como regalo al hombre. De este modo, pues, el hombre consiguió tal saber para su vida; pero carecía del saber político, pues éste dependía de Zeus. Ahora bien, a Prometeo no le daba ya tiempo de penetrar en la acrópolis en la que mora Zeus; además los centinelas de Zeus eran terribles. En cambio, en la vivienda común de Atenea y de Hefesto, en la que aquellos practicaban sus artes, podía entrar sin ser notado, y así robó la técnica de utilizar el fuego de Hefesto, y las otras que pertenecen a Atenea, y se las entregó al hombre. Y de aquí resulta la posibilidad de la vida para el hombre; aunque a Prometeo luego, a través de Epimeteo, según se cuenta, le llegó el castigo de su robo.
Puesto que el hombre tuvo participación en el dominio de lo divino a causa de su parentesco con la divinidad, fue, en primer lugar, el único entre los animales en creer en los dioses, e intentaba construirles altares y esculpir sus estatuas. Después, articuló rápidamente, con conocimiento, la voz y los nombres, e inventó sus casas, vestidos, calzados, coberturas y alimentos del campo. Una vez equipados de tal modo, en un principio habitaban los humanos en dispersión, y no existía ciudades. Así que se veían destruidos por las fieras, por ser generalmente más débiles que aquéllas; y su técnica manual resultaba un conocimiento suficiente como recurso para la nutrición, pero insuficiente para la lucha contra las fieras. Pues aún no poseían el arte de la política, a la que el arte bélico pertenece. Ya intentaban reunirse y ponerse a salvo con la fundación de ciudades. Pero, cuando se reunían, se atacaban unos a otros, al no poseer la ciencia política; de modo que de nuevo se dispersaban y perecían.
Zeus, entonces, temió que sucumbiera toda nuestra raza, y envió a Hermes que trajera a los hombres el sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad. Le preguntó, entonces, Hernies a Zeus de qué modo daría el sentido moral y la justicia a los hombres: "¿Las reparto como están repartidos los conocimientos? Están repartidos así: uno sólo que domine la medicina vale para muchos particulares, y lo mismo los otros profesionales. ¿También ahora la justicia y el sentido moral los infundiré así a los humanos o los reparto a todos?". "A todos, dijo Zeus, y que todos sean partícipes. Pues no habría ciudades, si sólo algunos de ellos participaran, como de los otros conocimientos. Además, impón una ley de mi parte: que al incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad".
(Platón, Protágoras, Gredos, Madrid, 1985).
LAS RESPUESTAS MITOLÓGICAS
Los seres humanos comenzaron pronto a liberarse de la necesidad de dedicar todo su tiempo y energías a la satisfacción de sus necesidades materiales básicas de alimentación y defensa, como les ocurre a los animales. Utilizaron su inteligencia para descubrir y controlar cosas como el fuego, la ganadería y la agricultura, que les facilitaron la satisfacción de sus necesidades.
Resultado de todo ello es que, desde tiempos muy remotos, nuestros antepasados pudieron dedicar tiempo a la reflexión, a hacerse preguntas sobre el mundo que les rodeaba, sobre los fenómenos naturales y sobre ellos mismos. Y el fruto de todo ello ha sido la mitología, la filosofía y la ciencia, que después de todo son diferentes formas en que los seres humanos han dado respuestas a las preguntas que se han ido planteando.
Las respuestas mitológicas fueron las primeras respuestas que encontraron los seres humanos a sus preguntas más acuciantes: ¿De dónde procede el mundo?, ¿Cuál es la causa de los fenómenos naturales, de las tormentas, las tempestades, ...? ¿De dónde procedemos los seres humanos?, ¿Qué relación tenemos con los otros animales?, ¿Y con los dioses?, ¿Qué ocurre cuando nos morimos? ...
Se trata, como puedes ver, de preguntas importantes, de preguntas que aún siguen preocupándonos y cuyas primeras respuestas son de carácter mitológico. Los mitos son relatos fantásticos donde intervienen los dioses, dotados de poderes sobrenaturales, para explicar los principales fenómenos de la naturaleza y de la vida social humana. Los mitos dan muestra de que el ser humano se hace preguntas inteligentes sobre el mundo que le rodea y sobre él mismo. En el mito se ponen en juego importantes capacidades humanas, como el asombro y la curiosidad por el mundo que nos rodea, y la imaginación y la fantasía a la hora de buscar respuestas. Por ello sólo los seres humanos tienen mitos, y no los animales, los cuales ni siquiera hacen un problema del mundo que les rodea, simplemente viven en él y son parte de él. El ser humano, por el contrario, es capaz de distanciarse del mundo en el que vive, de situarse a cierta distancia para así problematizarlo, hacerse preguntas y buscar las respuestas.
Las primeras respuestas, como hemos señalado, requerían la intervención de los dioses: los fenómenos buenos, como el buen clima, las buenas cosechas o las victorias en las guerras se explicaban porque los dioses estaban contentos y favorecían a una comunidad humana, que a su vez tenía que mantenerlos contentos, dándoles todo tipo de ofrendas y cultos. Por contra, los fenómenos negativos, como las catástrofes naturales, las enfermedades o las derrotas bélicas se debían a la ira de los dioses contra la comunidad, que igualmente tenía que rendirles culto y ofrendas para calmar la ira divina y conseguir que los dioses fueran propicios en el futuro.
También el mito ofreció las primeras respuestas a los seres humanos sobre ellos mismos, sobre su origen, sus peculiaridades y su destino. Los seres humanos se sintieron pronto superiores al resto de animales, se dieron cuenta de que aunque estaban peor dotados por la naturaleza que otros animales, su inteligencia e ingenio eran superiores y habían conseguido el dominio sobre el resto del reino animal. Los relatos mitológicos ofrecieron explicaciones de todo ello. Como muestra tenemos un conocido mito de la tradición griega, el mito de Prometeo, que hemos recogido en el anterior apartado.
Este mito nos sitúa, como hemos visto, en un tiempo remoto en que los inmortales dioses van a hacer surgir en la tierra a los seres mortales (animales y humanos). El error de Epimeteo al dejar totalmente indefenso al hombre, hace que Prometeo robe para él el fuego y las artes a los dioses Hefesto y Atenea. Por cierto, ¿Sabes cual fue el castigo que Zeus impuso a Prometeo por su osadía al entrar en la morada de los dioses y robarles? Lo encadenó a una roca, y un águila le comía las entrañas. Pero la cosa no acaba aquí, porque la estupidez de Epimeteo (no en vano su nombre significa "el que reflexiona tarde") hizo caer un nuevo castigo de Zeus sobre los humanos: Estaba enfadado Zeus porque a instancias de Prometeo los humanos le habían engañado, y al matar un buey le habían ofrecido los huesos rodeados de grasa. Prometeo le había dicho a su hermano Epimeteo que no aceptara ningún regalo de Zeus porque podía ser una trampa. Pero Zeus le envió a una hermosa y seductora mujer llamada Pandora, y Epimeteo, sin poder resistir a sus encantos, se casó con ella. Entonces Pandora abrió su famosa caja, de la que salieron todos los males y se desperdigaron por la humanidad. Sólo la esperanza quedó atrapada en el fondo de la caja.
Puede observarse como la historia de Prometeo y Epimeteo da cuenta de los principales fenómenos de la vida humana: la posesión de habilidades muy diferentes a las de los animales, su superioridad sobre los animales a pesar de su menor dotación natural, la creencia en los dioses, la organización de las comunidades políticas y la posesión del sentido de la moral y de la justicia, la existencia de los males, etc."
- Ya continuación -seguí- compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea ...."
EXPLICACIÓN DEL CONCEPTO "NUESTRA NATURALEZA"
El hombre pertenece, como ser natural, al mundo de la «physis», que para los griegos era el ámbito del orden y la necesidad. Pero el hombre es un ser imperfecto dentro de ese mundo de lo perfecto, biológicamente deficiente, que necesita del pensamiento y de la libertad para compensar su situación precaria. Podríamos decir, que es la propia naturaleza, incompleta del hombre, la que hace surgir en él el impulso erótico hacia la liberad intelectual. Y de esta manera el hombre irrumpe en el mundo de la cultura, donde su naturaleza original se verá modificada por el «nomos», la «techné» y la «politeia».
Platón nos expone de forma alegórica, en un mito contenido en el PROTAGORAS, su concepción del hombre como ser carencial, que ha tenido que crearse un medio propio para poder satisfacer sus necesidades no sólo básicas, sino también aquellas que trascienden al ámbito de la animalidad.
Nos cuenta este mito que los dioses decidieron formar en las entrañas de la tierra a los hombres mortales mezclando la tierra, el fuego y los otros dos elementos que entran en la composición de los dos primeros. Y antes de dejarlos salir a la luz, mandaron a los dioses Prometeo Y Epimeteo que les revistieran con todas las cualidades necesarias, repartiéndolas convenientemente entre ellos. Pero despistándose Epimeteo, repartió todas las cualidades entre los animales irracionales y dejó al hombre totalmente desprovisto. Cuando Prometeo encontró a la criatura humana desnuda, sin calzado y sin armas, no sabía que hacer para proporcionarle los medios de conservarse; decidiendo, por fin, robar a Hefestos y a Atenea el fuego v las ciencias para ofrecérselos al hombre.
De esta manera participó la humanidad de las cualidades divinas; siendo la única especie que creó una lengua, articuló sonidos y dió nombres a todas las cosas, construyó casas, hizo trajes, calzados, lechos y sacó sus alimentos de la tierra. A pesar de estos auxilios también necesitaron reunirse para su mutua conservación y construyeron ciudades. Pero como no tenían aún idea de la política no supieron vivir en paz y se causaron muchos males unos a otros. Ante esto, Zeus temió que la raza humana se viese exterminada y envió a Hermes con orden de dar a todos los hombres pudor y justicia.
Con esta alegoría expresa Platón su convencimiento de que la naturaleza del hombre no es algo hecho de forma definitiva, algo concluido e inalterable, sino algo que puede variar y por tanto puede ser completado. La educación será la que hará cambiar y perfeccionar la propia esencia del hombre, sacándolo de la animalidad. Esta idea se afirma de forma contundente al final del capítulo primero: al considerar la estancia en la caverna como un estado antinatural, en el cual, el hombre, en la medida en que está encarcelado en lo sensible y corporal, ve reducido su universo al ámbito de lo fenoménico. De manera que es la educación la que hará posible el retorno a la auténtica naturaleza del hombre proporcionándole el conocimiento de la verdad acerca de como debe vivir.
Vemos también que una característica esencial de la naturaleza humana es la sociabilidad. El individuo aislado no es autosuficiente y por ello es natural al hombre vivir en sociedad y comunicarse con sus semejantes. El lenguaje es, por tanto, algo ligado al hombre y a su hacer en el mundo; y es el uso adecuado del lenguaje, entendido como auténtica dialéctica, lo que le posibilitará una existencia plenamente humana.
EL MITO DE PROMETEO
"Hubo una vez un tiempo en que existían los dioses, pero no había razas mortales. Cuando también a éstos les llegó el tiempo destinado de su nacimiento, los forjaron los dioses dentro de la tierra con una mezcla de tierra y fuego (...) Y cuando iban a sacarlos a la luz ordenaron a Prometeo y a Epimeteo que (...) les distribuyeran las capacidades a cada uno de forma conveniente. Epimeteo pidió permiso a Prometeo para hacer él la distribución. "Después de hacer yo el reparto, dijo, tú lo inspeccionas". Así lo convenció, y hace la distribución. En ésta, a unos les concedía la fuerza sin la rapidez y a los más débiles, los dotaba con la velocidad. A unos los armaba y, a los que les daba una naturaleza inerme, les proveía de alguna otra capacidad para su salvación. A aquellos que envolvía en su pequeñez, les proporcionaba una fuga alada o un habitáculo subterráneo. Y a los que aumentó en tamaño, con esto mismo los ponía a salvo. Y así, equilibrando las demás cosas, hacía su reparto. Planeaba con la precaución de que ninguna especie fuera aniquilada. (...) A algunos les concedió que su alimento fuera devorar a otros animales, y les ofreció una exigua descendencia, y, en cambio, a los que eran consumidos por éstos, una descendencia numerosa, proporcionándoles una salvación a la especie. Pero, como no era del todo sabio Epimeteo, no se dio cuenta de que había gastado las capacidades en los animales; entonces todavía le quedaba sin dotar la especie humana, y no sabía qué hacer.
Mientras estaba perplejo, se le acerca Prometeo que venía a inspeccionar el reparto, y que ve a los demás animales que tenían cuidadosamente de todo, mientras el hombre estaba desnudo y descalzo y sin coberturas, inerme. Precisamente era ya el día destinado, en el que debía también el hombre surgir de la tierra hacia la luz. Así que Prometeo, apurado por la carencia de recursos, tratando de encontrar una protección para el hombre roba a Hefesto y a Atenea su sabiduría profesional, junto al fuego -ya que era imposible que sin el fuego aquélla pudiera adquirirse o ser de utilidad a alguien- y así, luego la ofrece como regalo al hombre. De este modo, pues, el hombre consiguió tal saber para su vida; pero carecía del saber político, pues éste dependía de Zeus. Ahora bien, a Prometeo no le daba ya tiempo de penetrar en la acrópolis en la que mora Zeus; además los centinelas de Zeus eran terribles. En cambio, en la vivienda común de Atenea y de Hefesto, en la que aquellos practicaban sus artes, podía entrar sin ser notado, y así robó la técnica de utilizar el fuego de Hefesto, y las otras que pertenecen a Atenea, y se las entregó al hombre. Y de aquí resulta la posibilidad de la vida para el hombre; aunque a Prometeo luego, a través de Epimeteo, según se cuenta, le llegó el castigo de su robo.
Puesto que el hombre tuvo participación en el dominio de lo divino a causa de su parentesco con la divinidad, fue, en primer lugar, el único entre los animales en creer en los dioses, e intentaba construirles altares y esculpir sus estatuas. Después, articuló rápidamente, con conocimiento, la voz y los nombres, e inventó sus casas, vestidos, calzados, coberturas y alimentos del campo. Una vez equipados de tal modo, en un principio habitaban los humanos en dispersión, y no existía ciudades. Así que se veían destruidos por las fieras, por ser generalmente más débiles que aquéllas; y su técnica manual resultaba un conocimiento suficiente como recurso para la nutrición, pero insuficiente para la lucha contra las fieras. Pues aún no poseían el arte de la política, a la que el arte bélico pertenece. Ya intentaban reunirse y ponerse a salvo con la fundación de ciudades. Pero, cuando se reunían, se atacaban unos a otros, al no poseer la ciencia política; de modo que de nuevo se dispersaban y perecían.
Zeus, entonces, temió que sucumbiera toda nuestra raza, y envió a Hermes que trajera a los hombres el sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad. Le preguntó, entonces, Hernies a Zeus de qué modo daría el sentido moral y la justicia a los hombres: "¿Las reparto como están repartidos los conocimientos? Están repartidos así: uno sólo que domine la medicina vale para muchos particulares, y lo mismo los otros profesionales. ¿También ahora la justicia y el sentido moral los infundiré así a los humanos o los reparto a todos?". "A todos, dijo Zeus, y que todos sean partícipes. Pues no habría ciudades, si sólo algunos de ellos participaran, como de los otros conocimientos. Además, impón una ley de mi parte: que al incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad".
(Platón, Protágoras, Gredos, Madrid, 1985).
LAS RESPUESTAS MITOLÓGICAS
Los seres humanos comenzaron pronto a liberarse de la necesidad de dedicar todo su tiempo y energías a la satisfacción de sus necesidades materiales básicas de alimentación y defensa, como les ocurre a los animales. Utilizaron su inteligencia para descubrir y controlar cosas como el fuego, la ganadería y la agricultura, que les facilitaron la satisfacción de sus necesidades.
Resultado de todo ello es que, desde tiempos muy remotos, nuestros antepasados pudieron dedicar tiempo a la reflexión, a hacerse preguntas sobre el mundo que les rodeaba, sobre los fenómenos naturales y sobre ellos mismos. Y el fruto de todo ello ha sido la mitología, la filosofía y la ciencia, que después de todo son diferentes formas en que los seres humanos han dado respuestas a las preguntas que se han ido planteando.
Las respuestas mitológicas fueron las primeras respuestas que encontraron los seres humanos a sus preguntas más acuciantes: ¿De dónde procede el mundo?, ¿Cuál es la causa de los fenómenos naturales, de las tormentas, las tempestades, ...? ¿De dónde procedemos los seres humanos?, ¿Qué relación tenemos con los otros animales?, ¿Y con los dioses?, ¿Qué ocurre cuando nos morimos? ...
Se trata, como puedes ver, de preguntas importantes, de preguntas que aún siguen preocupándonos y cuyas primeras respuestas son de carácter mitológico. Los mitos son relatos fantásticos donde intervienen los dioses, dotados de poderes sobrenaturales, para explicar los principales fenómenos de la naturaleza y de la vida social humana. Los mitos dan muestra de que el ser humano se hace preguntas inteligentes sobre el mundo que le rodea y sobre él mismo. En el mito se ponen en juego importantes capacidades humanas, como el asombro y la curiosidad por el mundo que nos rodea, y la imaginación y la fantasía a la hora de buscar respuestas. Por ello sólo los seres humanos tienen mitos, y no los animales, los cuales ni siquiera hacen un problema del mundo que les rodea, simplemente viven en él y son parte de él. El ser humano, por el contrario, es capaz de distanciarse del mundo en el que vive, de situarse a cierta distancia para así problematizarlo, hacerse preguntas y buscar las respuestas.
Las primeras respuestas, como hemos señalado, requerían la intervención de los dioses: los fenómenos buenos, como el buen clima, las buenas cosechas o las victorias en las guerras se explicaban porque los dioses estaban contentos y favorecían a una comunidad humana, que a su vez tenía que mantenerlos contentos, dándoles todo tipo de ofrendas y cultos. Por contra, los fenómenos negativos, como las catástrofes naturales, las enfermedades o las derrotas bélicas se debían a la ira de los dioses contra la comunidad, que igualmente tenía que rendirles culto y ofrendas para calmar la ira divina y conseguir que los dioses fueran propicios en el futuro.
También el mito ofreció las primeras respuestas a los seres humanos sobre ellos mismos, sobre su origen, sus peculiaridades y su destino. Los seres humanos se sintieron pronto superiores al resto de animales, se dieron cuenta de que aunque estaban peor dotados por la naturaleza que otros animales, su inteligencia e ingenio eran superiores y habían conseguido el dominio sobre el resto del reino animal. Los relatos mitológicos ofrecieron explicaciones de todo ello. Como muestra tenemos un conocido mito de la tradición griega, el mito de Prometeo, que hemos recogido en el anterior apartado.
Este mito nos sitúa, como hemos visto, en un tiempo remoto en que los inmortales dioses van a hacer surgir en la tierra a los seres mortales (animales y humanos). El error de Epimeteo al dejar totalmente indefenso al hombre, hace que Prometeo robe para él el fuego y las artes a los dioses Hefesto y Atenea. Por cierto, ¿Sabes cual fue el castigo que Zeus impuso a Prometeo por su osadía al entrar en la morada de los dioses y robarles? Lo encadenó a una roca, y un águila le comía las entrañas. Pero la cosa no acaba aquí, porque la estupidez de Epimeteo (no en vano su nombre significa "el que reflexiona tarde") hizo caer un nuevo castigo de Zeus sobre los humanos: Estaba enfadado Zeus porque a instancias de Prometeo los humanos le habían engañado, y al matar un buey le habían ofrecido los huesos rodeados de grasa. Prometeo le había dicho a su hermano Epimeteo que no aceptara ningún regalo de Zeus porque podía ser una trampa. Pero Zeus le envió a una hermosa y seductora mujer llamada Pandora, y Epimeteo, sin poder resistir a sus encantos, se casó con ella. Entonces Pandora abrió su famosa caja, de la que salieron todos los males y se desperdigaron por la humanidad. Sólo la esperanza quedó atrapada en el fondo de la caja.
Puede observarse como la historia de Prometeo y Epimeteo da cuenta de los principales fenómenos de la vida humana: la posesión de habilidades muy diferentes a las de los animales, su superioridad sobre los animales a pesar de su menor dotación natural, la creencia en los dioses, la organización de las comunidades políticas y la posesión del sentido de la moral y de la justicia, la existencia de los males, etc."
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