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Tribus urbanas: Cuatro referentes a la violencia

Tribus urbanas: Cuatro referentes a la violencia Podríamos seguir muchos y diversos itinerarios para intentar explicar el fenómeno de los jóvenes violentos. Aquí utilizaremos un modelo que se apoya en cuatro elementos o factores entrecruzados .

La grupalidad: El grupo aporta sentido a la vida de los individuos violentos. Les posibilita entrar en un "nosotros” lleno de significantes nuevos. Quizá el grupo sea el centro de gravedad del proceso de construcción de la Identidad adolescente y joven. En él adquieren validez y realidad los argumentos que el joven (o la joven) construye para diferenciarse del mundo familiar y de los significantes interiorizados en el proceso de socialización. En él se redefinen los significados de las instituciones, la política. el futuro, la sexualidad, etc. En el grupo se intensifican las vinculaciones y se cuecen los ideologías necesarias para crear enemigos virtuales justificando la acción contra ellos. El grupo ampara y defiende la seguridad física de los individuos pero lo más importante es la creación de una versión de las acciones que difumina y reparte la responsabilidad. desculpabilizando a los agresores y liberándoles de los sentimientos de responsabilidad y culpa. Las acciones cometidas son entendidas -definidas- como acciones de grupo, al servicio de objetivos grupales y por ello, su consideración y evaluación son diferentes. De esto tenemos abundantes ejemplos en la recientes agresiones a emigrantes en el metro de Madrid.
La identidad: Se entiende como relato vital cargado de sentido y de historia pero con proyección de futuro. La historia vivida pertenece fundamentalmente al núcleo familiar pero el camino por recorrer está necesariamente fuera.
Los jóvenes necesitan resignifcar, reordenar y reinterpretar las experiencias vividas para mirar hacia delante. En ese proceso. el individuo se compara con el resto de los miembros del grupo que además te ofrece algo más en la construcción de su propia identidad: la posibilidad de crear un orden social nuevo mediante la acción del grupo, de enfrentarse a las antiguas demandas familiares. La violencia, en este momento, tiene una función estratégica: destruir lo amenazante, buscar por medios violentos lo deseado, conseguir algún tipo de poder aunque sea imaginario. La violencia está al servicio de la identidad. Es una estrategia o un método para acentuar, reforzar, incluso para definir la identidad. Esta última crea y defiende un territorio simbólico y, en ocasiones, también un territorio real (la calle, paredes para pintar grafitis, discotecas, campos de fútbol...).
Lo simbólico e imaginario: Lo imaginario es, fundamentalmente, global y afectivo, mientras que lo simbólico es fragmentario y cognitivo. Sin embargo, ambos elementos se complementan y solapan en la cotidianeidad. Tanto la presencia social en el mundo de los adultos como la diferencia respecto a otros jóvenes. utiliza las imágenes de forma radical. Dos ejemplos. Primero: los jóvenes diferenciados por su atuendo (un punkie por ejemplo) reconstruyen su existencia y su presencia social anunciando, además, intenciones diferentes a lo convencional al menos; el rechazo fóbico a indumentarias e imágenes diferentes a la propia es paralela al enganche afectivo-sentimental o la propia indumentaria. Segundo: en la creación y defensa del territorio simbólico el imaginario polarizo la percepción de la realidad, crea enemigos, acentúa su importancia, cristaliza en ellos emociones y los enviste de maldad (un heavie o un inmigrante para un skin, pongamos por caso). Lo imaginario simplifica la realidad, polarizándola en un mundo de buenos y malos. Por eso, las realidades y los territorios imaginarizados se acompañan de sentimientos básicos de amor y odio. Así se prepara el camino de las agresiones.
La argumentación ideológica: Lo imaginario en seco duraría bien poquito y se hace incomunicable, por eso es necesario la formulación de una ideología, entendida en un sentido mucho más amplio que la mero ideología política. Se trata de esa cosmovisión o conjunto de valores y construcciones argumentativas que permita sostener la coherencia y la validez lógica de ciertas representaciones imaginarias. La ideología es la guinda del pastel de los actos agresivos: da coherencia a las acciones, les da sentido y los amplia, conectándolos con el pasado y proyectándolos hacia el futuro. Por eso en la ideología de la violencia tienen tanta importancia las figuras de prestigio, esas figuras carismáticas (Hitler podría valer) que recogen lo mítico del pasado, designan a las víctimas, ofrecen un sentido para las acciones agresivas y, finalmente, justifican las agresiones contra aquellos. En este sentido el totalitarismo está estrechamente ligado a la violencia. ya que contiene un imaginario muy primitivo, polarizado y agresivo: todo lo que no se adopta a la lógica de la funcionalidad y el orden debe ser eliminado. La obsesión por el control de lo diferente a cualquier precio es objetivo prioritario. Los grupos que asumen una ideología totalitaria están asumiendo niveles altos de violencia, defendiendo métodos agresivos y confirman una representación de la sociedad imposible de igualdad, homogeneidad y perfecto funcionamiento de un mecanismo perfecto.

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