LAS ETAPAS DE LA VIDA
Lorena Sánchez y Ana Pérez. Revista QUO, Mayo 2001. Págs. 65-70
Hubo un instante mágico en nuestra biografía en el que la timidez comenzó a formar parte de nuestro carácter y quizá fue a los dos años cuando se incorporó a nuestro esquema mental el afán de superación y un impulso irreprimible por ayudar a los demás. Nuestra tendencia a estar tristes o nuestro espíritu aventurero; lo que hacemos y lo que somos comenzó a formar parte de nosotros, o quizás ya estaba ahí, y simplemente se exteriorizó en ese momento.
De lo que no hay duda en nuestro desarrollo como seres humanos es de que aproximadamente a los seis meses nos salen los dientes, que a los doce empezamos a andar y que hay que esperar a tener cerca de dos años para subir nuestra primera escalera o realizar otras habilidades similares. Está claro que nuestro proceso de aprendizaje motor es una evolución por etapas; lo que no está tan claro es si nuestro carácter o los `fallos' en nuestro sistema, los adquirimos en distintos momentos de nuestra vida que puedan precisarse y si, además, los compartimos con el resto de los seres de nuestra especie.
Cuando la Psicología trata de estudiar cómo evolucionan las distintas capacidades del hombre a lo largo de la existencia, lo hace desde una parcela de esta disciplina que se denomina Psicología Evolutiva. Esta corriente estudia cada una de las fases de la vida y hace especial hincapié en dos de ellas: la infancia y la adolescencia. Y es que es en éstas cuando se producen los procesos más complejos y determinantes para el futuro de la persona adulta.
Las edades sensibles del hombre
Conocer el proceso evolutivo es esencial para poder influir en él y evitar problemas posteriores. Tras años de investigaciones se ha llegado a un consenso relativo: admitir la existencia de condicionantes físicos y genéticos de nuestro comportamiento, que se moldea a lo largo de la vida gracias al ambiente y a la educación que recibimos. Ésta es la razón por la que la Psicología Evolutiva es parte esencial de la formación de maestros y pedagogos.
En este sentido, el neurólogo Jose M. Rodríguez Delgado dice en La Mente del niño. Cómo se forma y cómo hay que educarla que "el recién nacido tiene cabeza, cerebro, ojos, boca, corazón y toda una morfología muy diferente a la de un lagarto o un gato, pero le faltan aspectos y funciones que son privativas de la raza humana y que no aparecerán hasta meses o años más tarde. Estudios recientes demuestran que la mayoría de las neuronas del sistema límbico -fundamentales a la hora de determinar nuestro comportamiento- de la corteza cerebelosa y de otras regiones cerebrales se forman después del nacimiento, bajo la influencia de los estímulos sensoriales que se reciben del ambiente exterior a través de los sentidos".
Y es que, durante los tres primeros años, el niño crece más rápidamente de lo que lo hará en toda su vida. En su primer cumpleaños habrá triplicado su peso y habrá incrementado en un cincuenta por ciento su estatura. Así, parece lógico que también sea éste el momento en el que se adquieren los ingredientes más importantes que construirán nuestro carácter.
El niño 'visible'
Sin embargo, hasta el siglo XVIII no se consideró que los bebés tuvieran personalidad. El niño era `invisible' para la sociedad. Hasta los artistas lo representaban con proporciones y rasgos faciales similares a los de los adultos, con mirada de adulto. Un estudio titulado `Siglos de infancia' de Philippe Aries mantenía que la razón por la, que se ignoraron fue el alto índice de mortalidad infantil que existía y obligaba a no invertir esfuerzos hasta estar seguro de que el niño iba a sobrevivir. En el siglo XX, con la llegada del psicoanálisis -que incide en la influencia de la infancia en el comportamiento adulto- y el crecimiento de la esperanza de vida infantil, el estudio de las primeras etapas de nuestra vida se incrementa. La mayor parte de las teorías psicológicas actuales fijan el momento en que se moldea nuestra personalidad entre el nacimiento y los tres años. Igual que hay un instante en el que expresamos un primer 'porqué' o dejamos de creer en los Reyes Magos.
"En la etapa de los porqués", explica la psicoanalista Mari Luz Rubí, "el niño ha de tener sus respuestas. Si no es así, no se sentirá escuchado y se convertirá en un adulto incomprendido". Sobre los Reyes Magos, Jean Piaget explicaba que en la `edad de las operaciones concretas' el niño empieza a pensar lógicamente y no le queda más remedio que dejar de creer que tres hombres puedan dar regalos en una sola noche, a todos los niños del mundo. Según Rubí, la influencia de lo que vivimos en nuestra infancia es clara: "Un exceso de `narcisización' cuando eres niño, es decir, que tus padres valoren como algo extraordinario todo lo que haces, puede llevar a que el adulto sufra una importante falta de juicio sobre la realidad, ya que no concibe por qué para el resto del mundo no es igual que para sus padres. Por el contrario, la carencia de narcisización lo convertirá en un adulto inseguro".
Después, y una vez superada la infancia, estamos abocados a aterrizar en una nueva `etapa de crisis': la adolescencia.
La convulsión de la adolescencia
La tarea del adolescente es ímproba. Parece que en la segunda gran transformación de nuestras vidas, cuando aparece el vello del pubis, cambia nuestra voz o aumenta el volumen de nuestros senos, también varía la manera de entender el mundo y participar en él. Los psicólogos aseguran que es en esta etapa cuando el individuo consigue comprenderse a sí mismo y se adentra en la compleja tarea de tener sus primeras relaciones íntimas. Es el momento de la `madurez cognitiva' y la capacidad para pensar de forma abstracta. Algo que, según Piaget, se alcanza entre los once y los veinte años. El primer psicólogo que formuló una teoría sobre la adolescencia -G. Stanley Hall- sostuvo que los cambios fisiológicos en esta etapa llevan a complejas reacciones psicológicas y a un período de agitación y tensiones. Sin embargo, la antropóloga Margaret Mead dio al traste con esta teoría cuando, después de un viaje por los mares del Sur, observó que las chicas de Samoa no sufrían ninguna tensión ante la adolescencia, sino que la aceptaban con total normalidad. Experimentos actuales indican que comportamientos conflictivos como la delincuencia son más frecuentes en la adolescencia, incluso en Samoa.
Sigmund Freud aseguraba: "El adulto es el que ha desarrollado adecuadamente la capacidad para trabajar y amar". Pero, por si nos hemos dejado algo en el camino, los psicólogos aseguran que todavía estamos a tiempo de recuperarnos.
NUESTRA VIDA SEGÚN FREUD
El creador del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1939) explica la formación de la personalidad del individuo en lo que denomina 'Desarrollo psicosexual'. Éste está compuesto por cinco etapas cuyo punto de partida es la infancia. Cuatro de ellas reciben su nombre de partes del cuerpo que para él son las fuentes primarias de gratificación en cada fase. Una persona cuyas necesidades no fueron satisfechas en alguna etapa puede arrastrar esta deficiencia el resto de su vida. Para Freud, el instinto sexual es determinante en el comportamiento.
1. ETAPA ORAL (del nacimiento a los 12 ó 18 meses). El niño consigue placer a través de la boca, es decir, con la comida, chupando y mordiendo. Si una persona queda fijada en la etapa oral puede convertise en un adulto crédulo e ingenuo. Será una persona dependiente y sentirá el mismo placer en absorber conocimientos y adquirir posiciones que el que sentía de pequeño con la comida.
2 ETAPA ANAL (de 12-18 meses a los tres años). La zona erógena fundamental se traslada al ano a medida que se adquiere el control de esfínteres. El niño entrenado de forma estricta en esta habilidad llega a ser obsesivamente limpio, cruel, destructivo y obstinado. Sin embargo, el que es gratificado exageradamente aprenderá a ser productivo también en otros terrenos.
3 ETAPA FÁLICA (de los tres a los seis años). Es cuando el niño obtiene placer genital. Freud emplaza en este momento la aparición del complejo de Edipo -el niño compite con su padre por el amor de su madre- y el de Electra -la niña compite por el amor de su padre con su progenitora-. El exceso de virulencia de estos procesos puede producir adultos con problemas emocionales.
4 ETAPA DE LA LATENCIA (de los seis años a la pubertad). Es un período de relativa calma sexual. Los niños y niñas tratan de evitar al sexo opuesto. Es el momento en el que nos adentramos en la relación entre los del mismo sexo. Sin embargo, esta 'soledad' sirve para aprender a conocer nuestra propia sexualidad y de su desarrollo depende llegar a la etapa genital.
5 ETAPA GENITAL (de la pubertad en adelante). Tiene lugar por los cambios hormonales que acompañan a la pubertad y marcan la entrada en una sexualidad madura. La principal tarea es introducirse en las relaciones heterosexuales que marcarán el campo emocional del adulto. Desajustes en esta etapa producirán problemas sexuales graves en el futuro.
LAS FASES DE LA EVOLUCIÓN DE ERICK ERIKSON
El psicoanalista suizo Erick Erikson (1902¬1994) presentó la única teoría del desarrollo de los seres humanos que cubre todo el proceso de la vida. Para él, nuestro desarrollo emocional depende de lo que aportamos a este mundo y de lo que encontramos en él. Cada etapa o crisis debe ser resuelta con éxito para avanzar.
CRISIS 1 (desde el nacimiento a los 12-18 meses). Los niños basan sus conclusiones en cómo son cuidados, la satisfacción de sus necesidades, su alimentación y la forma en que son protegidos. El niño que confía en su madre permite que se aleje porque sabe que volverá.
CRISIS 2 (de los 18 meses a los 3 años). Apoyados en el sentido de la confianza, los niños exploran su entorno con habilidades recién estrenadas: moverse y hablar. Aprenden los límites de su independencia y comienzan a distinguir lo correcto de lo erróneo.
CRISIS 3 Iniciativa frente a la culpa (de los 3 a los 6 años). Aparecen la iniciativa de llevar a cabo actividades, así como los remordimientos que el niño siente por sus actos. Momento en el que se regula y desarrolla el sentido de la responsabilidad.
CRISIS 4 Laboriosidad frente a inferioridad (de 6 a 12 años). Aprende de la escuela y de los adultos las claves de la cultura. Desarrolla el sentido de la competencia. Además, el niño deja de creer en respuestas ilógicas como la existencia de los Reyes Magos.
CRISIS 5 Identidad frente a confusión (adolescencia). Búsqueda de su identidad y confusión al descubrirse a sí mismo. Si en este momento resuelve su identidad, especialmente sobre su futuro laboral, podrá tener relaciones intimas con otras personas.
CRISIS 6 Intimidad frente a aislamiento. El joven está preparado para una relación más íntima con los otros, arriesgándose a una pérdida temporal del 'yo'. El aislamiento es necesario para mantener la individualidad, pero en exceso impide encontrar pareja.
CRISIS 7 Generalidad versus estancamiento: En la edad adulta nos enfrentamos a la preocupación por establecer y guiar a las generaciones siguientes. Además, es el momento en el que nuestro desarrollo anterior influye en la educación de nuestros hijos.
EL APRENDIZAJE SEGÚN PIAGET
Jean Piaget (1896-1980) fue el pionero en el estudio del desarrollo cognoscitivo humano durante la infancia y la adolescencia. Hasta él, la Psicología había tratado al niño como un adulto menor sin prestar atención a que el hombre de hoy es el resultado de lo que se formó en el niño durante su infancia, niñez y adolescencia. Este biólogo y psicólogo suizo descubrió, mediante el estudio de sus propios hijos, la teoría -la del desarrollo cognitivo- que es la base de muchos estudios actuales. Para Piaget, los niños construyen de forma activa su propio desarrollo cognitivo, que tiene lugar de acuerdo a una secuencia invariable de cuatro períodos relacionados con la edad. Aunque luego se matizaron los tiempos propuestos por Piaget, sus teorías forman parte de los métodos pedagógicos del sistema educativo actual con el que se trata a los niños en las escuelas.
1 ETAPA SENSORIOMOTORA (desde el nacimiento a los 18 o 24 meses). Durante este período los niños aprenden que existe una relación entre sus acciones y el mundo externo. Descubren que pueden manipular los objetos y producir efectos. Aprenden a alcanzar objetos mientras los ven y a realizar movimientos básicos que inciden sobre el mundo físico, como tirar, pegar, balancear y frotar. Sin embargo, no han aprendido aún a utilizar símbolos o imágenes mentales para representar objetos o sucesos. Por ejemplo: si algo es ocultado, los niños de cuatro meses de edad no intentarán buscarlo; para ellos lo que está "fuera de su vista" está fuera de su mente.
2 ETAPA PREOPERACIONAL (de los 18 ó 24 meses hasta los siete años). El niño adquiere la capacidad para formar imágenes mentales de objetos y acontecimientos. Al mismo tiempo, el lenguaje se desarrolla y el pequeño empieza a pensar en términos de símbolos verbales: las palabras. Otra habilidad que adquieren los niños en esta etapa es la del juego simbólico, por el que imitan actividades familiares, como fingir que duermen o que comen. Para ello imaginan mentalmente estas acciones y las representan. Además se desarrolla el egocentrismo, es decir, al niño le resulta difícil comprender que los demás perciban el mundo de una manera distinta a la suya.
3 ETAPA DE LAS OPERACIONES CONCRETAS (desde los siete hasta los doce años). Éste es un importante punto de desarrollo en la vida de la persona, ya que es el momento en el que el niño comienza a pensar más como un adulto que como lo que fue. Los pequeños adquieren comprensión de los términos de relación y seriación u ordenamiento. Llegan a entender la reversibilidad, el hecho de que muchos cambios físicos están íntimamente relacionados con los cambios internos. Es el momento en el que se desarrolla el razonamiento hipotético deductivo, es decir, pueden razonar hasta llegar a resolver un determinado problema.
4 SURGIMIENTO DEL PENSAMIENTO ABSTRACTO (desde los doce años en adelante). Es el momento en el que se desarrolla la capacidad de pensar de forma abstracta. En este estadio, el individuo puede tratar problemas no presentes físicamente, realizar hipótesis e intentar comprobarlas sistemáticamente. Piaget creyó, en principio, que se llegaba a esta etapa sobre los once años. Sin embargo otros investigadores posteriores como Papalia y Tomlinson Keasey han demostrado que hay casos en los que el individuo nunca llega a esta etapa, o, al menos, no la desarrolla en su totalidad. Esto es lo que se denomina 'inmadurez cognitiva'.
Hubo un instante mágico en nuestra biografía en el que la timidez comenzó a formar parte de nuestro carácter y quizá fue a los dos años cuando se incorporó a nuestro esquema mental el afán de superación y un impulso irreprimible por ayudar a los demás. Nuestra tendencia a estar tristes o nuestro espíritu aventurero; lo que hacemos y lo que somos comenzó a formar parte de nosotros, o quizás ya estaba ahí, y simplemente se exteriorizó en ese momento.
De lo que no hay duda en nuestro desarrollo como seres humanos es de que aproximadamente a los seis meses nos salen los dientes, que a los doce empezamos a andar y que hay que esperar a tener cerca de dos años para subir nuestra primera escalera o realizar otras habilidades similares. Está claro que nuestro proceso de aprendizaje motor es una evolución por etapas; lo que no está tan claro es si nuestro carácter o los `fallos' en nuestro sistema, los adquirimos en distintos momentos de nuestra vida que puedan precisarse y si, además, los compartimos con el resto de los seres de nuestra especie.
Cuando la Psicología trata de estudiar cómo evolucionan las distintas capacidades del hombre a lo largo de la existencia, lo hace desde una parcela de esta disciplina que se denomina Psicología Evolutiva. Esta corriente estudia cada una de las fases de la vida y hace especial hincapié en dos de ellas: la infancia y la adolescencia. Y es que es en éstas cuando se producen los procesos más complejos y determinantes para el futuro de la persona adulta.
Las edades sensibles del hombre
Conocer el proceso evolutivo es esencial para poder influir en él y evitar problemas posteriores. Tras años de investigaciones se ha llegado a un consenso relativo: admitir la existencia de condicionantes físicos y genéticos de nuestro comportamiento, que se moldea a lo largo de la vida gracias al ambiente y a la educación que recibimos. Ésta es la razón por la que la Psicología Evolutiva es parte esencial de la formación de maestros y pedagogos.
En este sentido, el neurólogo Jose M. Rodríguez Delgado dice en La Mente del niño. Cómo se forma y cómo hay que educarla que "el recién nacido tiene cabeza, cerebro, ojos, boca, corazón y toda una morfología muy diferente a la de un lagarto o un gato, pero le faltan aspectos y funciones que son privativas de la raza humana y que no aparecerán hasta meses o años más tarde. Estudios recientes demuestran que la mayoría de las neuronas del sistema límbico -fundamentales a la hora de determinar nuestro comportamiento- de la corteza cerebelosa y de otras regiones cerebrales se forman después del nacimiento, bajo la influencia de los estímulos sensoriales que se reciben del ambiente exterior a través de los sentidos".
Y es que, durante los tres primeros años, el niño crece más rápidamente de lo que lo hará en toda su vida. En su primer cumpleaños habrá triplicado su peso y habrá incrementado en un cincuenta por ciento su estatura. Así, parece lógico que también sea éste el momento en el que se adquieren los ingredientes más importantes que construirán nuestro carácter.
El niño 'visible'
Sin embargo, hasta el siglo XVIII no se consideró que los bebés tuvieran personalidad. El niño era `invisible' para la sociedad. Hasta los artistas lo representaban con proporciones y rasgos faciales similares a los de los adultos, con mirada de adulto. Un estudio titulado `Siglos de infancia' de Philippe Aries mantenía que la razón por la, que se ignoraron fue el alto índice de mortalidad infantil que existía y obligaba a no invertir esfuerzos hasta estar seguro de que el niño iba a sobrevivir. En el siglo XX, con la llegada del psicoanálisis -que incide en la influencia de la infancia en el comportamiento adulto- y el crecimiento de la esperanza de vida infantil, el estudio de las primeras etapas de nuestra vida se incrementa. La mayor parte de las teorías psicológicas actuales fijan el momento en que se moldea nuestra personalidad entre el nacimiento y los tres años. Igual que hay un instante en el que expresamos un primer 'porqué' o dejamos de creer en los Reyes Magos.
"En la etapa de los porqués", explica la psicoanalista Mari Luz Rubí, "el niño ha de tener sus respuestas. Si no es así, no se sentirá escuchado y se convertirá en un adulto incomprendido". Sobre los Reyes Magos, Jean Piaget explicaba que en la `edad de las operaciones concretas' el niño empieza a pensar lógicamente y no le queda más remedio que dejar de creer que tres hombres puedan dar regalos en una sola noche, a todos los niños del mundo. Según Rubí, la influencia de lo que vivimos en nuestra infancia es clara: "Un exceso de `narcisización' cuando eres niño, es decir, que tus padres valoren como algo extraordinario todo lo que haces, puede llevar a que el adulto sufra una importante falta de juicio sobre la realidad, ya que no concibe por qué para el resto del mundo no es igual que para sus padres. Por el contrario, la carencia de narcisización lo convertirá en un adulto inseguro".
Después, y una vez superada la infancia, estamos abocados a aterrizar en una nueva `etapa de crisis': la adolescencia.
La convulsión de la adolescencia
La tarea del adolescente es ímproba. Parece que en la segunda gran transformación de nuestras vidas, cuando aparece el vello del pubis, cambia nuestra voz o aumenta el volumen de nuestros senos, también varía la manera de entender el mundo y participar en él. Los psicólogos aseguran que es en esta etapa cuando el individuo consigue comprenderse a sí mismo y se adentra en la compleja tarea de tener sus primeras relaciones íntimas. Es el momento de la `madurez cognitiva' y la capacidad para pensar de forma abstracta. Algo que, según Piaget, se alcanza entre los once y los veinte años. El primer psicólogo que formuló una teoría sobre la adolescencia -G. Stanley Hall- sostuvo que los cambios fisiológicos en esta etapa llevan a complejas reacciones psicológicas y a un período de agitación y tensiones. Sin embargo, la antropóloga Margaret Mead dio al traste con esta teoría cuando, después de un viaje por los mares del Sur, observó que las chicas de Samoa no sufrían ninguna tensión ante la adolescencia, sino que la aceptaban con total normalidad. Experimentos actuales indican que comportamientos conflictivos como la delincuencia son más frecuentes en la adolescencia, incluso en Samoa.
Sigmund Freud aseguraba: "El adulto es el que ha desarrollado adecuadamente la capacidad para trabajar y amar". Pero, por si nos hemos dejado algo en el camino, los psicólogos aseguran que todavía estamos a tiempo de recuperarnos.
NUESTRA VIDA SEGÚN FREUD
El creador del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1939) explica la formación de la personalidad del individuo en lo que denomina 'Desarrollo psicosexual'. Éste está compuesto por cinco etapas cuyo punto de partida es la infancia. Cuatro de ellas reciben su nombre de partes del cuerpo que para él son las fuentes primarias de gratificación en cada fase. Una persona cuyas necesidades no fueron satisfechas en alguna etapa puede arrastrar esta deficiencia el resto de su vida. Para Freud, el instinto sexual es determinante en el comportamiento.
1. ETAPA ORAL (del nacimiento a los 12 ó 18 meses). El niño consigue placer a través de la boca, es decir, con la comida, chupando y mordiendo. Si una persona queda fijada en la etapa oral puede convertise en un adulto crédulo e ingenuo. Será una persona dependiente y sentirá el mismo placer en absorber conocimientos y adquirir posiciones que el que sentía de pequeño con la comida.
2 ETAPA ANAL (de 12-18 meses a los tres años). La zona erógena fundamental se traslada al ano a medida que se adquiere el control de esfínteres. El niño entrenado de forma estricta en esta habilidad llega a ser obsesivamente limpio, cruel, destructivo y obstinado. Sin embargo, el que es gratificado exageradamente aprenderá a ser productivo también en otros terrenos.
3 ETAPA FÁLICA (de los tres a los seis años). Es cuando el niño obtiene placer genital. Freud emplaza en este momento la aparición del complejo de Edipo -el niño compite con su padre por el amor de su madre- y el de Electra -la niña compite por el amor de su padre con su progenitora-. El exceso de virulencia de estos procesos puede producir adultos con problemas emocionales.
4 ETAPA DE LA LATENCIA (de los seis años a la pubertad). Es un período de relativa calma sexual. Los niños y niñas tratan de evitar al sexo opuesto. Es el momento en el que nos adentramos en la relación entre los del mismo sexo. Sin embargo, esta 'soledad' sirve para aprender a conocer nuestra propia sexualidad y de su desarrollo depende llegar a la etapa genital.
5 ETAPA GENITAL (de la pubertad en adelante). Tiene lugar por los cambios hormonales que acompañan a la pubertad y marcan la entrada en una sexualidad madura. La principal tarea es introducirse en las relaciones heterosexuales que marcarán el campo emocional del adulto. Desajustes en esta etapa producirán problemas sexuales graves en el futuro.
LAS FASES DE LA EVOLUCIÓN DE ERICK ERIKSON
El psicoanalista suizo Erick Erikson (1902¬1994) presentó la única teoría del desarrollo de los seres humanos que cubre todo el proceso de la vida. Para él, nuestro desarrollo emocional depende de lo que aportamos a este mundo y de lo que encontramos en él. Cada etapa o crisis debe ser resuelta con éxito para avanzar.
CRISIS 1 (desde el nacimiento a los 12-18 meses). Los niños basan sus conclusiones en cómo son cuidados, la satisfacción de sus necesidades, su alimentación y la forma en que son protegidos. El niño que confía en su madre permite que se aleje porque sabe que volverá.
CRISIS 2 (de los 18 meses a los 3 años). Apoyados en el sentido de la confianza, los niños exploran su entorno con habilidades recién estrenadas: moverse y hablar. Aprenden los límites de su independencia y comienzan a distinguir lo correcto de lo erróneo.
CRISIS 3 Iniciativa frente a la culpa (de los 3 a los 6 años). Aparecen la iniciativa de llevar a cabo actividades, así como los remordimientos que el niño siente por sus actos. Momento en el que se regula y desarrolla el sentido de la responsabilidad.
CRISIS 4 Laboriosidad frente a inferioridad (de 6 a 12 años). Aprende de la escuela y de los adultos las claves de la cultura. Desarrolla el sentido de la competencia. Además, el niño deja de creer en respuestas ilógicas como la existencia de los Reyes Magos.
CRISIS 5 Identidad frente a confusión (adolescencia). Búsqueda de su identidad y confusión al descubrirse a sí mismo. Si en este momento resuelve su identidad, especialmente sobre su futuro laboral, podrá tener relaciones intimas con otras personas.
CRISIS 6 Intimidad frente a aislamiento. El joven está preparado para una relación más íntima con los otros, arriesgándose a una pérdida temporal del 'yo'. El aislamiento es necesario para mantener la individualidad, pero en exceso impide encontrar pareja.
CRISIS 7 Generalidad versus estancamiento: En la edad adulta nos enfrentamos a la preocupación por establecer y guiar a las generaciones siguientes. Además, es el momento en el que nuestro desarrollo anterior influye en la educación de nuestros hijos.
EL APRENDIZAJE SEGÚN PIAGET
Jean Piaget (1896-1980) fue el pionero en el estudio del desarrollo cognoscitivo humano durante la infancia y la adolescencia. Hasta él, la Psicología había tratado al niño como un adulto menor sin prestar atención a que el hombre de hoy es el resultado de lo que se formó en el niño durante su infancia, niñez y adolescencia. Este biólogo y psicólogo suizo descubrió, mediante el estudio de sus propios hijos, la teoría -la del desarrollo cognitivo- que es la base de muchos estudios actuales. Para Piaget, los niños construyen de forma activa su propio desarrollo cognitivo, que tiene lugar de acuerdo a una secuencia invariable de cuatro períodos relacionados con la edad. Aunque luego se matizaron los tiempos propuestos por Piaget, sus teorías forman parte de los métodos pedagógicos del sistema educativo actual con el que se trata a los niños en las escuelas.
1 ETAPA SENSORIOMOTORA (desde el nacimiento a los 18 o 24 meses). Durante este período los niños aprenden que existe una relación entre sus acciones y el mundo externo. Descubren que pueden manipular los objetos y producir efectos. Aprenden a alcanzar objetos mientras los ven y a realizar movimientos básicos que inciden sobre el mundo físico, como tirar, pegar, balancear y frotar. Sin embargo, no han aprendido aún a utilizar símbolos o imágenes mentales para representar objetos o sucesos. Por ejemplo: si algo es ocultado, los niños de cuatro meses de edad no intentarán buscarlo; para ellos lo que está "fuera de su vista" está fuera de su mente.
2 ETAPA PREOPERACIONAL (de los 18 ó 24 meses hasta los siete años). El niño adquiere la capacidad para formar imágenes mentales de objetos y acontecimientos. Al mismo tiempo, el lenguaje se desarrolla y el pequeño empieza a pensar en términos de símbolos verbales: las palabras. Otra habilidad que adquieren los niños en esta etapa es la del juego simbólico, por el que imitan actividades familiares, como fingir que duermen o que comen. Para ello imaginan mentalmente estas acciones y las representan. Además se desarrolla el egocentrismo, es decir, al niño le resulta difícil comprender que los demás perciban el mundo de una manera distinta a la suya.
3 ETAPA DE LAS OPERACIONES CONCRETAS (desde los siete hasta los doce años). Éste es un importante punto de desarrollo en la vida de la persona, ya que es el momento en el que el niño comienza a pensar más como un adulto que como lo que fue. Los pequeños adquieren comprensión de los términos de relación y seriación u ordenamiento. Llegan a entender la reversibilidad, el hecho de que muchos cambios físicos están íntimamente relacionados con los cambios internos. Es el momento en el que se desarrolla el razonamiento hipotético deductivo, es decir, pueden razonar hasta llegar a resolver un determinado problema.
4 SURGIMIENTO DEL PENSAMIENTO ABSTRACTO (desde los doce años en adelante). Es el momento en el que se desarrolla la capacidad de pensar de forma abstracta. En este estadio, el individuo puede tratar problemas no presentes físicamente, realizar hipótesis e intentar comprobarlas sistemáticamente. Piaget creyó, en principio, que se llegaba a esta etapa sobre los once años. Sin embargo otros investigadores posteriores como Papalia y Tomlinson Keasey han demostrado que hay casos en los que el individuo nunca llega a esta etapa, o, al menos, no la desarrolla en su totalidad. Esto es lo que se denomina 'inmadurez cognitiva'.
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