FAMILIA Y ESCUELA -Entrevista a José Antonio Marina-
Hay una fractura entre familia y escuela peligrosísima"
MARTA AGUIRREGOMEZCORTA - Madrid
EL PAÍS - 16-05-2005
El filósofo y profesor José Antonio Marina (Toledo, 1939) ha hecho suyo -en el libro Aprender a vivir (Ariel)- el viejo proverbio africano de que para educar a un niño hacer falta una tribu entera. Asegura que uno de los problemas de la educación actual es la "soledad educativa" que sufren padres y docentes. "Antes no educaban ellos, sino la sociedad entera, que era muy homogénea, jerarquizada y con planes de vida muy determinados. Al vivir en una sociedad más heterogénea y libre, donde hay falta de consenso en los valores, los padres y profesores tienen la impresión de que no educan en nombre de la sociedad, sino contra ella. Se sienten impotentes".
Pregunta. Pero familia y colegio se pasan la patata caliente de la educación de los chicos.
Respuesta. Hay un círculo de excusas que hay que romper. Los padres tienen la responsabilidad primaria de la educación, mientras que la escuela es subsidiaria. Pero esta última nunca será eficaz si no cuenta con la colaboración de los padres. Ahora mismo hay una fractura entre la familia y la escuela peligrosísima. Los padres no colaboran con la escuela, no dan una imagen respetable de ella, desconfían de los profesores, no participan en el colegio, y en caso de duda, se ponen de parte del hijo.
P. ¿Y cuál debería ser la labor de los progenitores?
R. Uno de los elementos que más influyen en la educación de los niños es la implicación de los padres en sus estudios. Los progenitores deben aceptar a su hijo e intentar facilitarles su ingreso en el mundo. Además, deben atemperar al niño en la realidad en que viven, fundamentalmente, en los primeros años. Hay chicos que nacen con un temperamento asustadizo y que perciben cualquier novedad como una amenaza. Conviene que los padres les acostumbren desde los dos, tres años a que vayan soportando niveles de tensión cada vez más altos. A que no eviten situaciones que les producen angustia y, en cambio, darles una mayor resistencia a los pequeños fracasos. Los padres deben hacer un manejo adecuado de las metas. Es decir, fijar a los niños metas lo suficientemente difíciles para que, cuando las cumpla, el niño sienta su eficacia, pero no tan difíciles como para que la probabilidad de fracaso sea demasiado alta.
P. Muchos padres no saben, si quiera, si lo están haciendo bien.
R. Muchas mujeres sienten un gran complejo de culpabilidad por el hecho de trabajar fuera de casa y no poder pasar tiempo con sus hijos. Lo que hay que decirles es que el niño necesita un nivel de atención y lo importante es que lo reciban, aunque sea por distintos caminos.
P. El Gobierno prepara una nueva ley educativa. ¿Alguna recomendación?
R. Que se cambien las leyes educativas me parece mal, porque son leyes que se deben consensuar, no podemos andar con vaivenes. Además, el problema grave de la educación no se arregla con una ley, sino con un modelo nuevo de gestión educativa, que diga cómo ha de organizarse la carrera docente, o la autoridad de los centros, o cómo restaurar el prestigio de los profesores. El problema es más de gestión que de dinero."
MARTA AGUIRREGOMEZCORTA - Madrid
EL PAÍS - 16-05-2005
El filósofo y profesor José Antonio Marina (Toledo, 1939) ha hecho suyo -en el libro Aprender a vivir (Ariel)- el viejo proverbio africano de que para educar a un niño hacer falta una tribu entera. Asegura que uno de los problemas de la educación actual es la "soledad educativa" que sufren padres y docentes. "Antes no educaban ellos, sino la sociedad entera, que era muy homogénea, jerarquizada y con planes de vida muy determinados. Al vivir en una sociedad más heterogénea y libre, donde hay falta de consenso en los valores, los padres y profesores tienen la impresión de que no educan en nombre de la sociedad, sino contra ella. Se sienten impotentes".
Pregunta. Pero familia y colegio se pasan la patata caliente de la educación de los chicos.
Respuesta. Hay un círculo de excusas que hay que romper. Los padres tienen la responsabilidad primaria de la educación, mientras que la escuela es subsidiaria. Pero esta última nunca será eficaz si no cuenta con la colaboración de los padres. Ahora mismo hay una fractura entre la familia y la escuela peligrosísima. Los padres no colaboran con la escuela, no dan una imagen respetable de ella, desconfían de los profesores, no participan en el colegio, y en caso de duda, se ponen de parte del hijo.
P. ¿Y cuál debería ser la labor de los progenitores?
R. Uno de los elementos que más influyen en la educación de los niños es la implicación de los padres en sus estudios. Los progenitores deben aceptar a su hijo e intentar facilitarles su ingreso en el mundo. Además, deben atemperar al niño en la realidad en que viven, fundamentalmente, en los primeros años. Hay chicos que nacen con un temperamento asustadizo y que perciben cualquier novedad como una amenaza. Conviene que los padres les acostumbren desde los dos, tres años a que vayan soportando niveles de tensión cada vez más altos. A que no eviten situaciones que les producen angustia y, en cambio, darles una mayor resistencia a los pequeños fracasos. Los padres deben hacer un manejo adecuado de las metas. Es decir, fijar a los niños metas lo suficientemente difíciles para que, cuando las cumpla, el niño sienta su eficacia, pero no tan difíciles como para que la probabilidad de fracaso sea demasiado alta.
P. Muchos padres no saben, si quiera, si lo están haciendo bien.
R. Muchas mujeres sienten un gran complejo de culpabilidad por el hecho de trabajar fuera de casa y no poder pasar tiempo con sus hijos. Lo que hay que decirles es que el niño necesita un nivel de atención y lo importante es que lo reciban, aunque sea por distintos caminos.
P. El Gobierno prepara una nueva ley educativa. ¿Alguna recomendación?
R. Que se cambien las leyes educativas me parece mal, porque son leyes que se deben consensuar, no podemos andar con vaivenes. Además, el problema grave de la educación no se arregla con una ley, sino con un modelo nuevo de gestión educativa, que diga cómo ha de organizarse la carrera docente, o la autoridad de los centros, o cómo restaurar el prestigio de los profesores. El problema es más de gestión que de dinero."
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