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Morir bajo el velo: piedra, soga, espada

ARTÍCULO ABC Domingo 2/10/2005
Firmado por : Francisco de Andrés
Título: Morir bajo el velo: piedra, soga, espada.
MADRID. Uno de los argumentos utilizados por Irán para reivindicar su
derecho a generar combustible atómico a través del uranio enriquecido se
refiere a su disputa con Occidente respecto a ciertos derechos humanos
básicos. Según advierte una fuente diplomática iraní, Teherán no puede
aceptar la oferta de la UE de abastecimiento de combustible para sus
centrales nucleares porque ese cordón umbilical «podría romperse en
cualquier momento si en el futuro el suministro europeo se vinculase a un
estándar occidental de derechos humanos».
¿Cuáles por ejemplo?. Por seguir la línea marcada por la Unión Europea en su
negociación con Turquía, el derecho a la vida. Irán, como la mayoría de los
países de tradición y legislación musulmanas, aplica de modo sistemático la
pena capital prevista por el código penal islámico, la Sharía.
Las organizaciones internacionales de derechos humanos denuncian un
incremento de la aplicación de la pena de muerte en el Islam. Basta un botón
de muestra. En agosto de este año se registraron cinco ejecuciones en
Estados Unidos frente a doce en Irán, seis en Pakistán y cuatro en Arabia
Saudí. Amnistía Internacional estima que las autoridades saudíes dictan más
de un centenar de ejecuciones anuales, en un país de 21 millones de
habitantes.

Cita en «chop-chop»
Las «Iaqmet al-Had» -las ejecuciones de la ley de Alá- son un espectáculo
público habitual en Riad y en otras ciu¬dades del reino, habitualmente
después de la oración del viernes en la mezquita. Las decapitaciones de
traficantes de droga y homicidas suelen escenificarse en la plaza del
palacio de Masmak, junto al zoco de Dira. En el argot popular es conocida
como la «plaza de chop-chop», una broma macabra para un espectáculo seguido
con morbo, piedad al menos formal -al término de la ejecución es tradicional
felicitar al verdugo por haber «cumplido las órdenes de Alá»- y ausencia
estricta de cámaras. Una nota lacónica en el boletín televisivo de la noche
dará cuenta de la ejecución.
En el caso de los homicidas, la ley islámica permite que el pariente varón
más cercano de la víctima pueda conceder el perdón al asesino a cambio de la
«deya», una cantidad de dinero. No es costumbre decapitar en público a las
mujeres -las convictas son llevadas al paredón-, pero de un tiempo a esta
parte la televisión saudí ha dado cuenta de la muerte a espada de algunas
saudíes, normalmente por delitos de homicidio.
Mientras la muerte bajo el filo de la cimitarra sigue vigente en la cuna de
la civilización suní, en las ciudades que albergan las esencias de la
cultura chií -en el vecino Irán- lo último es la pena de horca con grúa
hidráulica.
Las ejecuciones en la tierra de los ayatolás fueron también rutinarias bajo
el régimen prooccidental del Sha de Persia. La innovación introducida por el
ayatolá Jomeini se refiere sólo a la vestimenta. Desde 1979, tras la caída
del Sha, las mujeres iraníes condenadas a muerte son colgadas con el velo.
Según un informe de la Organización de Mujeres contra la Pena de Muerte en
Irán, una ONG en el exilio con sitio en internet, al menos 2.000 mujeres
fueron ejecutadas en los años 80. De la lista de nombres que han logrado
recoger, 187 pertenecen a mujeres con menos de 18 años, de las que 9 eran
niñas de menos de 13. La ejecutada más joven fue una niña de 10 años. Según
el informe, 32 de las ejecutadas en esa década estaban embarazadas.
De acuerdo con las normas revolucionarias, las jóvenes sentenciadas a muerte
no pueden ser ejecutadas si son vírgenes. Algunos exégetas chiíes, que hoy
detentan el poder político en Teherán, estiman que las «criminales» no
merecen el paraíso en la otra vida, y que el mejor modo de asegurar para
ellas la gehena -el infierno- es privarles de la virginidad.

Con una caja de dulces
Así que el procedimiento es simple. Las condenadas son obligadas a casarse
con un funcionario de la cárcel, y son violadas por éste la víspera de la
ejecución -después de ser previamente dormidas con un tranquilizante. Tras
la ejecución, un juez redacta el certificado de matrimonio y lo envía a la
familia de la ajusticiada con una caja de dulces.
El testimonio de la ONG feminista iraní sobre la violación previa al
ahorcamiento está refrendado por el informe del doctor Hamiz, médico forense
en las cárceles iraníes hasta su huída del país en 1986. Según Hamiz,
Jomeini decretó que las mujeres podían ser ahorcadas a partir de los 10 años
de edad por una serie de delitos, aunque la niña más joven de la que Hamiz
tiene constancia fue Nasrin Sakvar, de 11 años. Hija de un médico disidente,
Nasrin ocultó cartas que comprometían a su padre y fue condenada a la horca.
Uno de los casos mejor documentados de los primeros años de la revolución
jomeinista se refiere al ahorcamiento en 1983 de diez mujeres en la ciudad
de Shiraz por el delito de negarse a apostatar de la religión «bahaí», un
culto sincretista especialmente perseguido en Irán.

Agravios comparativos
En 2004 al menos cuatro mujeres iraníes fueron ahorcadas. El delito más
habitual para esas condenas es el homicidio, pero sigue dictándose la pena
capital por adulterio -la horca es en este caso reemplazada por la
lapidación, cuyo procedimiento es minuciosamente descrito por la ley-, y por
tráfico de drogas.
La ejecución reciente más escandalosa se produjo el 15 de agosto del año
pasado, cuando la joven de 16 años Atefeh Rajabi fue colgada en público en
la ciudad de Neka. Atefeh fue ejecutada, según el juez, por «actos
incompatibles con la castidad», mientras que su amigo, también arrestado,
recibió cien latigazos y fue liberado. La condenada disparó la ira del
magistrado al despojarse durante el juicio «de una prenda», probablemente el
velo.
WEB RELACIONADA CON EL TEMA:http://www.democracyforiran.de/Iran%20-%20past,%20present%20&%20future%20-%20Present%20Pictures%201.htm

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