CEMENTERIOS
El hombre no ha dejado jamás de reflexionar sobre la muerte, sobre su origen, sus causas, su significación, sus consecuencias; la muerte es un tema profundamente humano, es el rasgo más cultural del hombre. Podemos decir que el hombre es verdaderamente hombre desde que entierra a sus muertos. Cada pueblo, cultura o civilización tiene su propia concepción de la muerte y, paralelo a ella, desarrolla un sistema en el que integra todos sus contenidos significativos: costumbres, actos, ritos, valores, creencias ... Aproximarse a la muerte implica penetrar en el contexto de cada sistema cultural, en su religión, filosofía, psicología, política, economía etc.
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La actitud del hombre ante la muerte supone un gran avance en el proceso de hominización, de ahí que sea un asunto clave a la hora de comprender qué es el ser humano. Desde el primer momento el hombre sabe que algún día tiene que morir: por eso la muerte influye poderosamente en la conducta humana, suscitando todo tipo de emociones, sentimiento y actitudes, aunque posiblemente sea el miedo y la ansiedad las respuestas más típicas ante la muerte.
La muerte ha sido conjuntamente con el amor, el tema por excelencia acerca del que los poetas han dejado oír sus líricas voces; representaciones de la muerte aparecen en las muestras artísticas de todos los pueblos conocidos, todas las religiones han pretendido dar respuesta ante el fin del hombre. El enterramiento de los cadáveres no correspondió en los orígenes del hombre a especiales razones utilitarias o de tipo sanitario, sino a motivos principalmente religiosos. De hecho, la creencia de una vida más allá de la muerte parece estar demostrada, por el uso, desde tiempos inmemoriables, del ocre rojo como sustituto ritual de la sangre, como símbolo de la vida. Las tumbas y cementerios, las casas de la muerte, son un testimonio de esperanza en la vida, el enterramiento de los muertos implican facilitar el viaje del desaparecido a su morada de ultratumba y procurarle el mayor bienestar posible, además de proteger a los vivos contra un molesto retorno del difunto.
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