REFLEXIÓN: ¿RESPONSABILIDAD o ESCLAVITUD?
Posts para reflexionar publicado por Luis Luiño. Hay una idea que a muchas personas les ha ayudado a salir de sus adicciones. Cuando eran adictos, se sentían esclavos. Y por eso decidieron dejar de depender.
Parece ser que hubo una época en la que la sensación de esclavitud que provocan las dependencias fue más cierta que nunca…
En el México azteca, la mayoría de los esclavos decidían serlo vencidos por la depresión y agobiados ante la responsabilidad de tener que seguir ganándose la vida para perderla por culpa de su adicción al patolli.
El patolli era el juego de pelota nacional. Los hombres arruinados por su adicción acababan por convertirse voluntariamente en esclavos para que alguien que no tuviera ninguna dependencia pudiera mantenerles. El fundamento del contrato de esclavitud consistía en que un esclavo tenía que ser alimentado por el amo, que se hacía responsable de él. De lo contrario, tenía que liberarlo.
La elección vital estaba clara en el México azteca: uno podía tener responsabilidad y luchar contra la adicción al juego o no tener responsabilidad y perder la libertad. Es decir, uno podía elegir irresponsabilidad o libertad. No había otra vía.
Hoy en día, en nuestra sociedad, la dicotomía que se plantea es muy parecida. Por una parte, uno puede ser libre: el precio que tiene que pagar es ser responsable de sí mismo.
Por la otra, se puede ser dependiente de una adicción, perder la libertad y convertirse en una especie de esclavo.
De hecho, los estudios muestran una característica constante en aquellos que están en una etapa adictiva. Cuando una persona es adicta, ha perdido el control interno, la sensación de que es dueño de su vida. Ha delegado en los demás la responsabilidad de su propia existencia: cree que todo lo que le ocurre es culpa de los otros, piensa que lo que haga no cambiará los acontecimientos. Ha perdido el control interno y con él se han ido la responsabilidad y la motivación para cambiar.
Cuando esa etapa adictiva se acaba, las personas vuelven a recuperar el control sobre su vida. Vuelven a tener la sensación de que, por lo menos en cierta medida, pueden cambiar su vida. Retoman las riendas, dejan de echarle la culpa a los demás y dejan de ser esclavos. Han descubierto que toda prisión tiene su ventana y la única motivación adaptativa son las ganas de saltar por ella.
Lo dicho: que ser esclavo, aunque uno lo haya elegido, es ser prisionero.
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