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Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración: al principio, admirados por los fenómenos sorprendentes más comunes: luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la Luna y los relativos al Sol y a las estrellas, y la generación del Universo. Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos.) De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por utilidad alguna. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y relativas al descanso y al ornato de la vida"
Aristóteles: Metafísica, 982 G 10-25
Pues he aquí lo que sucede: ninguno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es, ni filosofa todo aquel que sea sabio. Pero a su vez los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la ignorancia: en no ser ni noble, ni bueno, ni sabio y tener la ilusión de serlo en grado suficiente. Así, el que no cree estar falto de nada no siente deseo de lo que no cree necesitar
Platón: Banquete, 203 D-204
Se trata, en primer lugar, de la cuestión de la apreciación justa de todo afán filosófico en el transcurso de la historia. Con demasiada frecuencia se suele menospreciar su alcance: la filosofía, se afirma, no es más que un conglomerado de especulaciones abstractas sin significación alguna para la vida; lo que hace falta es estudiar las ciencias prácticas que nos suministran la base de la técnica en todos los campos (no sólo la técnica del ingeniero, sino la del pedagogo y la del psicólogo), también en la ciencia social, la economía y la política. Porque Primum vivere, deinde philosophari y el philosophari no tiene importancia mayor para la vida. Otros consideran en cambio que esta idea, hoy tan extendida, es fundamentalmente falsa y que, además, representa un error espiritual peligroso. Y defienden que si se pretende limitar el saber y el conocimiento a su aspecto técnico-práctico, entonces bastará con saber cada vez cómo hay que hacer esto o aquello. Pero con anterioridad a la cuestión del cómo, se plantea la cuestión del Porqué. Ahora bien, la respuesta al último porqué sólo la religión y la filosofía nos la pueden ofrecer. Como ya sabemos ambos son saberes muy distintos, el primero nos da una respuesta irracional mientras que el segundo nos da una respuesta racional. El hombre siempre utilizará su razón y, cuando no lo hace de forma consciente y filosófica, lo hace, sin duda, en forma inconsciente y con diletantismo. Esto se aplica también, sin excepción, a todos los que se creen emancipados de cualquier filosofía. La filosofía es un saber inevitable y necesario; las cuestiones filosóficas están muy ligadas a la existencia y a la vida del hombre
L. Kolakovski: El hombre sin alternativa
Alrededor de los catorce años mucha gente comienza a pensar por su cuenta en problemas filosóficos: sobre aquello que realmente existe, si podemos saber algo, si una cosa es realmente buena o mala, si la vida tiene algún significado, si la muerte es el final. Se ha escrito mucho sobre estos temas durante miles de años, pero la materia prima filosófica proviene directamente del mundo y de la relación que tenemos con él, no de los escritos del pasado. Esta es la razón de que estos problemas se los planteen aquellos que nunca han leído nada
Thomas Ángel: ¿Qué significa todo esto?
Todos los hombres y todas las mujeres son filósofos; o, permitirnos decir, si ellos no son conscientes de tener problemas filosóficos, tienen, en cualquier caso, prejuicios filosóficos. La mayor parte de estos prejuicios son teorías que inconscientemente dan por sentadas, o que han absorbido de su ambiente intelectual o de la tradición.
Puesto que pocas de estas teorías son conscientemente sostenidas, constituyen prejuicios en el sentido de que son sostenidas sin examen crítico, incluso a pesar de que puedan ser de gran importancia para las acciones prácticas de la gente y para su vida entera.
Una justificación de la existencia de la filosofía profesional reside en el hecho de que los hombres necesitan que haya quien examine críticamente estas extendidas e influyentes teorías.
Este es el inseguro punto de partida de toda ciencia y toda filosofía. Toda filosofía debe partir de las dudosas y a menudo perniciosas concepciones del sentido común acrítico.
Su objetivo es el sentido crítico e ilustrado: una concepción más próxima a la verdad y con una influencia menos perniciosa sobre la vida humana.
[ ] Todos los seres humanos son filósofos porque, de una manera u otra, todos adoptan una actitud ante la vida y la muerte
Karl R. Popper: Cómo veo la filosofía, Pág. 64
La palabra griega filósofo (philosophos) se formó en oposición a sophos. Es decir, amante del conocimiento, a diferencia de quien, en posesión del conocimiento, se denominaba sabio. Este sentido de la palabra perdura hasta hoy: la búsqueda de la verdad -no la posesión de la verdad- es la esencia de la filosofía [ ] Filosofía quiere decir hacer camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y cada respuesta se convierte en una nueva pregunta
Karl Jaspers: Introducción a la filosofía
De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio, los objetos habituales no suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto en nuestros primeros capítulos, que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, al disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar
B. Russell: Los problemas de la filosofía
Cuando se me pregunta qué es un intelectual sólo se me ocurre una respuesta: considero intelectual a todo aquel que trata a los demás como si fueran intelectuales o para que lleguen a serlo. Es decir, quien se dirige a la capacidad de razonamiento abstracto que hay en los otros y la reclama frente a las urgencias sociales o políticas del momento. Será así intelectual el que no pretende hipnotizar a su público, ni intimidarlo, ni chocarle o desconcertarle, sino que aspira a hacerle pensar. Los que se comportan de este modo son intelectuales, aunque su profesión habitual sea la de payaso de circo, albañil o bombero. Y quienes sólo magnetizan o deslumbran no merecen ese nombre, por muchos títulos académicos que posean
Una expresión española me parece convenir bien a este empeño intelectual, este empeño de quienes pueden ser considerados intelectuales "dar que pensar". Se dice que algo "da que pensar" cuando nos despierta sospecha o inquietud, cuando se convierte en un motivo de atención interesada que acaba con la rutina de lo aceptado sin examen. Pues bien, yo creo que hoy el intelectual debe precisamente señalar todo aquello que da que pensar en nuestro entorno. Tendría que ser capaz de suscitar preocupaciones racionales, zozobras que provienen de desajustes de ideas y no del mal funcionamiento de aparatos o instituciones. Sobre todo debe defender y comparar las ideas entre sí: nuestra cultura se basa en lo abstracto, en nociones -felicidad, democracia, violencia, legalidad, humanidad, - que no pueden sustituirse por imágenes, que son pensables pero no visibles. Símbolos, no iconos. La invasión de lo audiovisual convierte en superfluo y desdeñable todo aquello que no logra ser "virtualizado" en tres dimensiones, mutilando así decisivamente la capacidad de deliberar a partir de conceptos sin la que puede haber vida instrumental, pero no reflexión sobre la vida
El intelectual da que pensar sin pretender pensar por los demás ni pensar sin los demás. Su labor está marcada por la paradoja suicida que conoce muy bien cualquier educador: su éxito no estriba en hacerse insustituible, sino al contrario en lograr que aquellos a quienes se dirige puedan antes o después prescindir de él y continuar razonando sin su tutela. Es la levadura de un pan que nadie puede amasar solo ni comer sin compañía
Fernando Savater, Dar que pensar El País Semanal
Aristóteles: Metafísica, 982 G 10-25
Pues he aquí lo que sucede: ninguno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es, ni filosofa todo aquel que sea sabio. Pero a su vez los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la ignorancia: en no ser ni noble, ni bueno, ni sabio y tener la ilusión de serlo en grado suficiente. Así, el que no cree estar falto de nada no siente deseo de lo que no cree necesitar
Platón: Banquete, 203 D-204
Se trata, en primer lugar, de la cuestión de la apreciación justa de todo afán filosófico en el transcurso de la historia. Con demasiada frecuencia se suele menospreciar su alcance: la filosofía, se afirma, no es más que un conglomerado de especulaciones abstractas sin significación alguna para la vida; lo que hace falta es estudiar las ciencias prácticas que nos suministran la base de la técnica en todos los campos (no sólo la técnica del ingeniero, sino la del pedagogo y la del psicólogo), también en la ciencia social, la economía y la política. Porque Primum vivere, deinde philosophari y el philosophari no tiene importancia mayor para la vida. Otros consideran en cambio que esta idea, hoy tan extendida, es fundamentalmente falsa y que, además, representa un error espiritual peligroso. Y defienden que si se pretende limitar el saber y el conocimiento a su aspecto técnico-práctico, entonces bastará con saber cada vez cómo hay que hacer esto o aquello. Pero con anterioridad a la cuestión del cómo, se plantea la cuestión del Porqué. Ahora bien, la respuesta al último porqué sólo la religión y la filosofía nos la pueden ofrecer. Como ya sabemos ambos son saberes muy distintos, el primero nos da una respuesta irracional mientras que el segundo nos da una respuesta racional. El hombre siempre utilizará su razón y, cuando no lo hace de forma consciente y filosófica, lo hace, sin duda, en forma inconsciente y con diletantismo. Esto se aplica también, sin excepción, a todos los que se creen emancipados de cualquier filosofía. La filosofía es un saber inevitable y necesario; las cuestiones filosóficas están muy ligadas a la existencia y a la vida del hombre
L. Kolakovski: El hombre sin alternativa
Alrededor de los catorce años mucha gente comienza a pensar por su cuenta en problemas filosóficos: sobre aquello que realmente existe, si podemos saber algo, si una cosa es realmente buena o mala, si la vida tiene algún significado, si la muerte es el final. Se ha escrito mucho sobre estos temas durante miles de años, pero la materia prima filosófica proviene directamente del mundo y de la relación que tenemos con él, no de los escritos del pasado. Esta es la razón de que estos problemas se los planteen aquellos que nunca han leído nada
Thomas Ángel: ¿Qué significa todo esto?
Todos los hombres y todas las mujeres son filósofos; o, permitirnos decir, si ellos no son conscientes de tener problemas filosóficos, tienen, en cualquier caso, prejuicios filosóficos. La mayor parte de estos prejuicios son teorías que inconscientemente dan por sentadas, o que han absorbido de su ambiente intelectual o de la tradición.
Puesto que pocas de estas teorías son conscientemente sostenidas, constituyen prejuicios en el sentido de que son sostenidas sin examen crítico, incluso a pesar de que puedan ser de gran importancia para las acciones prácticas de la gente y para su vida entera.
Una justificación de la existencia de la filosofía profesional reside en el hecho de que los hombres necesitan que haya quien examine críticamente estas extendidas e influyentes teorías.
Este es el inseguro punto de partida de toda ciencia y toda filosofía. Toda filosofía debe partir de las dudosas y a menudo perniciosas concepciones del sentido común acrítico.
Su objetivo es el sentido crítico e ilustrado: una concepción más próxima a la verdad y con una influencia menos perniciosa sobre la vida humana.
[ ] Todos los seres humanos son filósofos porque, de una manera u otra, todos adoptan una actitud ante la vida y la muerte
Karl R. Popper: Cómo veo la filosofía, Pág. 64
La palabra griega filósofo (philosophos) se formó en oposición a sophos. Es decir, amante del conocimiento, a diferencia de quien, en posesión del conocimiento, se denominaba sabio. Este sentido de la palabra perdura hasta hoy: la búsqueda de la verdad -no la posesión de la verdad- es la esencia de la filosofía [ ] Filosofía quiere decir hacer camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y cada respuesta se convierte en una nueva pregunta
Karl Jaspers: Introducción a la filosofía
De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio, los objetos habituales no suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto en nuestros primeros capítulos, que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, al disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar
B. Russell: Los problemas de la filosofía
Cuando se me pregunta qué es un intelectual sólo se me ocurre una respuesta: considero intelectual a todo aquel que trata a los demás como si fueran intelectuales o para que lleguen a serlo. Es decir, quien se dirige a la capacidad de razonamiento abstracto que hay en los otros y la reclama frente a las urgencias sociales o políticas del momento. Será así intelectual el que no pretende hipnotizar a su público, ni intimidarlo, ni chocarle o desconcertarle, sino que aspira a hacerle pensar. Los que se comportan de este modo son intelectuales, aunque su profesión habitual sea la de payaso de circo, albañil o bombero. Y quienes sólo magnetizan o deslumbran no merecen ese nombre, por muchos títulos académicos que posean
Una expresión española me parece convenir bien a este empeño intelectual, este empeño de quienes pueden ser considerados intelectuales "dar que pensar". Se dice que algo "da que pensar" cuando nos despierta sospecha o inquietud, cuando se convierte en un motivo de atención interesada que acaba con la rutina de lo aceptado sin examen. Pues bien, yo creo que hoy el intelectual debe precisamente señalar todo aquello que da que pensar en nuestro entorno. Tendría que ser capaz de suscitar preocupaciones racionales, zozobras que provienen de desajustes de ideas y no del mal funcionamiento de aparatos o instituciones. Sobre todo debe defender y comparar las ideas entre sí: nuestra cultura se basa en lo abstracto, en nociones -felicidad, democracia, violencia, legalidad, humanidad, - que no pueden sustituirse por imágenes, que son pensables pero no visibles. Símbolos, no iconos. La invasión de lo audiovisual convierte en superfluo y desdeñable todo aquello que no logra ser "virtualizado" en tres dimensiones, mutilando así decisivamente la capacidad de deliberar a partir de conceptos sin la que puede haber vida instrumental, pero no reflexión sobre la vida
El intelectual da que pensar sin pretender pensar por los demás ni pensar sin los demás. Su labor está marcada por la paradoja suicida que conoce muy bien cualquier educador: su éxito no estriba en hacerse insustituible, sino al contrario en lograr que aquellos a quienes se dirige puedan antes o después prescindir de él y continuar razonando sin su tutela. Es la levadura de un pan que nadie puede amasar solo ni comer sin compañía
Fernando Savater, Dar que pensar El País Semanal
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