REFLEXIÓN Y SILENCIO
Todavía los veo corriendo, a los muy canallas, con sus pelos y sus mentes rapadas, al cero de conciencia y educación, cierto que la culpa fue un poco mía, mira que lo me lo estaban advirtiendo, vámonos por otro sitio, que éstos van buscando bronca, y yo, que nada, que son unos mocosos, y voy confiado, pero suave, y les pido que dejen de tirarse naranjas, no le vaya a caer alguna al niño, y ellos que sí, que sí, pero por un oído les entra y por otro les sale, y el bombardeo sigue, y cada vez más cerca del carrito, por favor que le vais a dar sin querer, y uno dice al resto que tengan cuidado, pero no va en serio, y otro se retrasa, y continúa dale que te pego, cada vez con más mala sangre, y yo que me vuelvo y reviento, mira que te vas a comer la naranja, le digo, y mi hermano me mira desaprobándome, y el rapado, doce o trece años quizás, se me enchula, está feliz, venía buscándome y me ha encontrado, y yo con mi mujer, con el niño y con mi hermano, ellos son por lo menos diez, y no me acuerdo si pasaba mucha gente por allí, pero la cosa empieza a no gustarme un pelo, nunca mejor dicho entre tanto rasurado hijo de perra, y mi hermano saca el móvil y anuncia que va a llamar a la policía, y el niñato cada vez más crecido, y yo cada vez más cagado de miedo, he encendido la mecha y tengo que apagarla, por Dios qué hago, y trato de apaciguar el tema, venga, hombre, me parece bien que os divirtáis, pero es que le podéis dar al niño, pero no hay manera, y mi hermano finge hablar con la comisaría, yo no me lo trago, pero da los datos de la calle, y ellos sí se lo tragan, y salen corriendo, y el pulso lo tenemos desbocado, todavía nos estamos reponiendo del susto cuando cae otra naranja justo al lado del carrito, le han tirado al niño una naranja, y han tirado a dar, hijos de mala madre, ojalá revienten, mi mujer todavía se acuerda algunas noches, y me lo reprocha, no lo volveré a hacer, te lo prometo, la próxima vez me iré por otro lado, y por dentro me muero de rabia porque sé que lo único razonable con esos salvajes es callar y rezar para que no te partan la cara.
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