EL NIÑO FILÓSOFO
Los niños nacen con todas las cualidades que se requieren para ser un buen filósofo: sentidos que descubren, capacidad de sorpresa y asombro, mente Inquisitiva y virgen... Podemos decir que son filósofos en estado embrionario. Pero sólo hasta los seis años (año más, año menos). En esa etapa los niños no sólo perciben el mundo a través de los sentidos, sino que también lo descubren. Pero, a partir de ahí, como si un hechizo se rompiera, los sentidos se limitan únicamente a constatar una realidad ya conocida, a informarnos del entorno, perdiendo, en cambio, la magia del descubri¬miento. ¿Y qué ocurre entonces?. Pues, simplemente, que unos sentidos que no descubren hacen que el mundo sea menos interesante. Ya no nos asombra la rosa por vista, ni el mar por conocido, ni los árboles por omnipresentes. En otras palabras, dejamos de ver el mundo con ojos nuevos, de escucharlo con oídos nuevos, de palparlo con una piel recién estrenada... Los objetos dejan de ser esos tesoros que contenían un mundo infinito lleno de maravillas y posibilidades para pasar a ser meros objetos conocidos.
El mundo se desliza ante nuestros sentidos cada vez a mayor velocidad. Diariamente los distintos medios de comunicación (televisión, ordenador, Internet) bombardean nuestra mente con miles de imágenes y toneladas de Información, ¿Cómo lo asimilamos?. Dice José Antonio Marina que dentro de pocos años no nos asombrará que gran parte de nuestra memoria personal esté guardada fuera de nosotros, lo mismo que la capacidad de tomar decisiones. Y algún experto ha llegado incluso a decir que el papel humano podría reducirse en un futuro a ser un gigantesco sistema sensitivo al servicio de los ordenadores. ¿Es eso lo que realmente queremos: convertirnos en esclavos de la Informática? ¿O preferimos seguir disfrutando de esa cualidad que nos diferencia del resto de los animales: conocer el modo humano de ser sujeto, de ser persona.
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El mundo se desliza ante nuestros sentidos cada vez a mayor velocidad. Diariamente los distintos medios de comunicación (televisión, ordenador, Internet) bombardean nuestra mente con miles de imágenes y toneladas de Información, ¿Cómo lo asimilamos?. Dice José Antonio Marina que dentro de pocos años no nos asombrará que gran parte de nuestra memoria personal esté guardada fuera de nosotros, lo mismo que la capacidad de tomar decisiones. Y algún experto ha llegado incluso a decir que el papel humano podría reducirse en un futuro a ser un gigantesco sistema sensitivo al servicio de los ordenadores. ¿Es eso lo que realmente queremos: convertirnos en esclavos de la Informática? ¿O preferimos seguir disfrutando de esa cualidad que nos diferencia del resto de los animales: conocer el modo humano de ser sujeto, de ser persona.
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